Las ediciones multimedia en el campo filológicoNorma Carricaburo y Francisco Petrecca
Académicos de la Academia Argentina de Letras

Las ediciones filológicas de libros clásicos se clasificaban hasta hace poco en anotadas, críticas, genéticas y crítico-genéticas. El azar o la Providencia han hecho que en la Academia Argentina de Letras se inicie una colección de clásicos argentinos interactiva o multimedia. Constan de un libro impreso y un DVD con un maquetado similar al de un libro impreso. No se despliegan como rollo, sino que se puede acceder al contenido a través el índice.

Trataré de establecer una comparación entre las ediciones multimedia o interactivas y las filológicas en formato papel. En el caso del DVD de Una excursión a los indios ranqueles, de Lucio V. Mansilla advertimos en el índice:

  1. Preliminares, con noticias institucionales y la presentación del libro por parte de los autores.
  2. Texto completo de Una excursión…, con el índice inicial que facilita a través de enlaces el acceso directo a cualquier capítulo.
  3. Glosario.
  4. Notas.
  5. Apostillas.
  6. Vida de Lucio V. Mansilla, es decir una cronología del autor.
  7. Boletín de la Academia Argentina de Letras, al que se accede por enlaces y donde se puede ver una serie de acuerdos de la Academia sobre voces usadas por Mansilla en Una excursión.
  8. El Tratado concluido por Mansilla en su excursión a los ranqueles.
  9. Una breve toponimia de los lugares que recorrieron.
  10. Voces de la tierra, con iconografías sonoras de la lengua ranquel y mapuche.

Si se compara el índice de la edición digital con el de la edición impresa, se advierte que la segunda es mucho menos rica. Faltan las Apostillas, los Acuerdos del Boletín de la Academia, el Tratado con los ranqueles y todo lo que son ilustraciones iconográficas y sonoras.

Pero la edición digital tiene muchos más elementos que la enriquecen. El DVD contiene un Apéndice para investigadores, catedráticos o lectores curiosos con una bibliografía seleccionada por los responsables de la edición. Se incluyen en él la versión de La Tribuna, periódico en que el libro apareció por primera vez como un epistolario dirigido a Santiago Arcos, amigo de Mansilla y autor de un libro con el que dialoga el autor: Cuestión de indios. Las entregas periódicas aparecieron entre el 20 de mayo y el 7 de septiembre de 1870, en que Mansilla las interrumpe. Pero el director de La Tribuna, Héctor Florencio Varela, insiste ante su amigo y le hace terminar el libro que como tal se publica en la Imprenta de La Tribuna ese mismo año. Se incorporan en él tres capítulos y un «Epílogo». Ambas versiones se encuentran en el DVD junto con textos de otros autores: Cuestión de indios de Santiago Arcos, el cuento de «El miliciano Rojas», en el que Ignacio Garmendia retoma y recrea —desde otro ángulo y en distinto estilo— la historia del cabo Gómez. Asimismo están digitalizados estudios imprescindibles sobre el derrotero de Mansilla: de Moussy, de Walther y el de Della Mattia y Mollo. Asimismo, documentos de época son el Tratado firmado con los ranqueles y un informe sobre las líneas de frontera de Janos Czetz, militar húngaro, concuñado de Mansilla.

Ustedes, por experiencia de autores o de lectores de ediciones anotadas, saben que las referencias son la característica más destacada y el lugar privilegiado del filólogo. La composición o escritura digital hace unas décadas cambió la relación del autor con el texto, especialmente en el aspecto referencial, o sea en la construcción de las notas. También en el modo de escribir y de investigar, sin duda. Pero en el caso de las ediciones multimedia, quien nota este cambio es el lector, que tiene fáciles y accesible enlaces con las notas, con el glosario y con las apostillas.

Y estamos mencionando nuevamente las apostillas y ustedes se preguntarán en qué consisten. A diferencia de las notas, que explican filológicamente un segmento del texto, ya sea con aclaraciones o comentarios lingüísticos, culturales, literarios o históricos, las apostillas son acotaciones que complementan e ilustran el texto. Provienen de fuentes representativas y próximas en el tiempo a los sucesos narrados. Para ejemplificar con una apostilla del libro, hay un personaje al que Mansilla denomina el cuarterón. El lector actual en su gran mayoría no recuerda qué se denominaba por cuarterón en el siglo xix. La apostilla nos presenta un cuadro ilustrativo de los distintos tipos de mezclas de sangre o castas, según la ascendencia, con la siguiente clasificación:

Mulato ½ blanco ½ negro
Tercerón saltoatrás ¾ blanco ¼ negro
Cabra o zambo ¾ negro  ¼ blanco
Cuarterón 7/8 blanco 1/8 negro
Cuarterón saltoatrás 7/8 negro  1/8 blanco
Quinterón 15/16 blanco 1/16 negro
Quinterón saltoatrás 15/16 negro 1/16 blanco

Además, tanto en las notas como en las apostillas suelen hallarse ilustraciones, y esta apostilla se ilumina (a pesar del racismo evidente del contenido) con un cuadro del uruguayo Pedro Figari con un Candombe con distintos matices de morenos.

Y aquí llego al punto más interesante de las ediciones multimedia de la AAL. Aportan una estética acorde con el autor y la obra, una vivificación de la época que complementa y revitaliza el texto del autor. La versión digital se enriquece con las posibilidades propias de ese medio. Por ejemplo, la excursión a los ranqueles tiene por personaje al cacique Ramón, un indio platero, y hay ilustraciones que muestran hermosas piezas de adornos y aperos o recados de artesanía pampeana.

En el caso del Martín Fierro de Hernández (la edición estéticamente más lograda), oír el rasgueo de la guitarra y el recitado de algunos cantos en la voz del actor Francisco Petrone, que se puede sobreponer al texto, omitir o reemplazar, permite recuperar la oralidad del género gauchesco y lograr mayor nivel de intimidad con el texto. Otros cantos están acompañados por música de guitarra y cantos camperos de la pampa húmeda: milongas, estilos, bailecitos, cielitos, gatos, pericones, triunfos, malambos, medias cañas, huellas, etc., y se suceden en un poema que es en sí canto.

Por otra parte, las ilustraciones plásticas permiten ver al personaje a través de los dibujos de Juan Carlos Castagnino, y los tipos gauchos y las escenas pampeanas se suceden en una excelente pinacoteca rioplatense: Cesáreo de Quirós, Juan León Pallière, Raimundo Monvoisen, Della Valle, Juan Manuel Blanes, Rugendas y otros. Ciertas frases del texto que remiten a acciones o tareas rurales como «tanto gaucho pialador» o «para no pelear con grillos» se visualizan en videos tomados de escenas del cine argentino. Lo mismo ocurre con algún baile de pareja.

En el caso de los Ranqueles, las ilustraciones sonoras permiten recuperar voces extinguidas o cercanas a su extinción.

Las ilustraciones plásticas abren cada uno de los capítulos del libro e interpretan el texto o lo ambientan. La pinacoteca rioplatense repite nombres del Martín Fierro. Blanes, Pallière, Quirós, Della Valle, Rugendas, e incorpora otros como Cándido López y sus escenas de batallas de la guerra con el Paraguay, Figari, Alfred Paris y una litografía de Julio Daufresne. Acorde con el carácter de crónica del libro ambién hay mucha ilustración fotográfica o dibujos de tropas, de tribus pampas, y se incorporan otros de José Bouché el ilustrador de la edición de Juan A. Alsina de 1890.

Otras incorporaciones son publicidades o anuncios de periódico que muestran la popularidad de una bebida hoy olvidada, como el cominillo, artículos cosméticos y armas de fuego o navajas de la época.

Una amplia colección de fotos y pinturas de Mansilla lo representan en distintos momentos de su vida, y no faltan las propias de su época de coronel. Otras fotografías, dibujos a la pluma o a la carbonilla y pinturas de artistas de la época aproximan visualmente al universo de Mansilla. Sus familiares (Agustina Rosas, Eduarda Mansilla), el mudo interlocutor de las cartas, Santiago Arcos; jefes militares del coronel viajero (Emilio Mitre, Gelly y Obes, José Miguel de Arredondo, Martín de Gainza), camaradas de armas (José Ignacio Garmendia, Maximio Alcorta, Mateo José Martínez, Francisco Seeber, Eduardo Racedo), compañeros de excursión (los misioneros Fray Marcos Donatti y Fray José Álvarez), algunos personajes de la frontera (Coliqueo, Manuel Baigorria, Fray Mosés Vicente Burela), el retrato del amigo que ocupó un lugar privilegiado en la impresión del libro: Héctor Florencio Varela, alias Orión. Así, la complicidad de editores y lectores puede crear una obra muy distinta, mucho más plástica y vívida que la encerrada en el texto.

Otros personajes ilustrados en las notas corresponden a la enciclopedia universal y son extraños en el desierto, pero responden a la erudición de nuestro autor. Hay ilustraciones de políticos, militares, caudillos, escritores y artistas rioplatenses, mencionados por Mansilla. La presencia de todos ellos en principio la pensamos como prescindible, pero prevaleció el deseo de multiplicar los lectores de la edición. Alcanzar, acaso, al joven acostumbrado a la lectura en pantalla e intentar su primera aproximación a un clásico argentino. También pensamos en el lector tradicional que quizá prefiera la lectura en papel y en el erudito que tal vez busque un dato o ver por qué lectio optamos. La idea fue un libro inclusivo que cada lector adapte a sus deseos y necesidades.