Actualmente, estoy trabajando en el traslado al soporte electrónico de la edición crítico-genética anotada de Don Segundo Sombra, de Ricardo Güiraldes, que realicé para la Colección Archivos en soporte-papel.1
En el traspaso de un soporte a otro, lo primero que se advierte es que el resultado emergente no es simplemente una traducción de un medio comunicativo a otro, no es tan sólo el traslado de un caudal de información vehiculizado en soporte papel a otro soporte que permite un mayor almacenamiento y agiliza el manejo de ese material.
Pero, para apreciar los alcances de esta transformación, es necesario tomar en cuenta las características de la Colección Archivos en soporte-papel.
En el marco del Programa internacional «Salvaguarda de la memoria escrita latinoamericana del Siglo xx», la Asociación Archivos de la literatura latinoamericana, del Caribe y africana del siglo xx —con sede en la Universidad de París X y ONG de la UNESCO— edita la Colección Archivos, dirigida por Amos Segala (directeur de recherche emérito del CNRS). La colección es la manifestación editorial de un proyecto internacional e intercontinental multidisciplinario patrocinado por los gobiernos de España, Francia, Italia y Portugal —en lo que concierne a Europa—, y Argentina, Brasil, Cuba, Guatemala y México. Con estos patrocinios, se establecieron acuerdos orgánicos con instituciones científicas de esos países: el CSIC de Madrid, CNRS de París, el Consiglio Nazionale delle Ricerche de Roma, el Instituto Camõens, el Instituto de Filología Hispánica Amado Alonso de la Universidad de Buenos Aires, el CNPQ y el IEB de la Universidad de San Pablo y la UNAM. A partir del Congreso fundacional —celebrado en París en 1983—, se inició un proyecto cultural permanentemente consensuado por los representantes de los países miembros, cuya expresión material son los 28 volúmenes ya publicados.
El punto de arranque fue la voluntad de reconstruir, en ese marco, el canon de la literatura latinoamericana del siglo xx, y sobre la base de esa reconstrucción, construir a la vez, paralelamente, un canon crítico, representado por un modelo abarcador que se propone dar cuenta del proceso de escritura de un texto (crítica genética), registrarlo en su presunto estadio final (crítica filológica) y analizar su armado y su recepción en el marco de un proceso histórico-cultural (crítica literaria y sociológica). En esa búsqueda de un modelo abarcador confluyen filólogos, geneticistas textuales, lingüistas, críticos literarios y culturales, historiadores, sociólogos, antropólogos y otros estudiosos del campo de la cultura.
Desde esta óptica, se proponen varios recorridos fundamentales por el interior del texto y en torno de él. El viaje por el cuerpo de cada obra no se limita a la fijación textual, busca la intimidad con el proceso de creación introduciéndose en el taller de escritura del autor a través del análisis de todo el material pre-redaccional y pre-textual que sea posible recopilar; en este terreno, a la labor del filólogo se suma la del geneticista textual, cuyas aportaciones se vuelven fundamentales a la hora de estudiar la intencionalidad de las búsquedas literarias y los procesos ideológicos subyacentes.
Un segundo recorrido recubre la circunstancia de la obra y del autor, es decir, por una parte la génesis externa del texto dentro de la trayectoria del autor, y por otra, la biografía del autor en relación con los tiempos y lugares de producción de la obra; este acopio informativo se proyecta en la anotación explicativa que, juntamente con un glosario, facilita una primera lectura comprensiva. La tercera vía de acceso está representada por la presentación de las «lecturas del texto» que comprende tanto las que se solicitaron expresamente para la edición como las que constituyeron las marcas más representativas de su impacto en el campo cultural.
Así, los 28 volúmenes publicados se ofrecen como una enciclopedia lingüística, literaria y cultural en soporte-papel. En el caso de Don Segundo Sombra —segundo volúmen de la Colección—, edité junto con el texto un voluminoso material pre-textual (esquemas, apuntes, fragmentos desechados, restos del primer borrador, manuscritos autógrafos, una copia dactilografiada con enmiendas de puño y letra del autor, pruebas de imprenta corregidas por él al igual que dos ejemplares de la primera edición). El examen de esta nutrida recopilación genética permite observar el proceso de producción de sentido de una obra que instauró un mito de identidad nacional y revela estrategias de discurso y mecanismos mitificadores.
En 1996 —después de que la Asociación Archivos firmase un convenio con la Universidad Nacional Autónoma de México—, en el Laboratorio Multimedios de la Dirección General de Servicios de Cómputo Académico de la UNAM —cuya jefa es Teresa Vázquez Mantecón— se elaboraron tres prototipos Archivos-Cd-rom que acaban de obtener un Premio IAMS (segundo puesto), otorgado por la International Association for the Media in Science, cuya sede se encuentra en París. Uno de esos tres prototipos modeliza mi propuesta de edición crítico-genética anotada en soporte electrónico de Don Segundo Sombra y el diseño del programa fue realizado por la matemática Sylviane Levy. Los otros prototipos contienen las propuestas elaboradas para Toda la obra de Juan Rulfo y la Poesía de Carlos Pellicer.
Como se ha dicho, en el traspaso al soporte electrónico, lo primero que se advierte es que el resultado emergente no es simplemente una traducción de un medio comunicativo a otro que permite un mayor almacenamiento y agiliza el manejo del material. La edición en soporte-papel proporciona un apreciable caudal de datos, pero la edición en soporte electrónico —además de ampliar considerablemente el volumen de información— ofrece promisorias herramientas de investigación.
Particularmente, de la posibilidad de interrelacionar datos de diversa índole surgen vías de acceso a nueva información y, a veces, verdaderos hallazgos; por otra parte, se suma la posibilidad de contrastar información. Así, al poder manipular velozmente un proceso del tipo invención-contrastación, el estudioso se encuentra ante instrumentos que están, sin duda, destinados a marcar un punto de inflexión en la investigación científica.
Por otra parte, analizando las maquetas de navegación intratextual e intertextual propuestas, y el prototipo elaborado sobre esas líneas, puede observarse cómo las convergencias de campos de saber aparentemente divorciados, como los de la teoría literaria y la informática, constituyen un indicio más de ese cambio de paradigma que viene observándose en el epistéme contemporáneo, ya que en las ediciones electrónicas en multimedios se multiplican las posibilidades de sustituir las tradicionales nociones de linealidad, centro, margen y jerarquía por las de multilinealidad, nodos, nexos y redes.2
Las ventajas para una aproximación hermenéutica que brindan las ediciones Cd-rom en multimedios resultan de las características específicas del soporte electrónico. El texto puede leerse linealmente y puede ser tratado como columna vertebral de la producción en multimedios, pero a esa estructura lineal se le suman redes de vínculos hipertextuales que permiten —a través de colores, íconos o siglas— remisiones directas o encadenadas a otras partes del texto o a otros bloques informativos, sean estos palabras escritas, imágenes o sonidos. De este modo, los tres recorridos que analizábamos en las ediciones en soporte-papel se enriquecen y se transforman.
En lo que se refiere a la navegación intratextual, pueden establecerse conexiones y evaluaciones en un grado no permitido por el soporte-papel: la navegación puede hacerse de un modo exhaustivo y sistemático que multiplica las posibilidades de relacionar y evaluar información. Con respecto a la navegación contextual, no me demoro en reseñar aportes cuantitativos y cualitativos porque es el aspecto más divulgado a través de productos que ya circulan ampliamente; sólo destaco que en un repertorio diseñado por especialistas en estudios culturales se ha puesto especial cuidado en evitar toda ilustración que no sea pertinente y funcional.
Por último, en la navegación pos-textual, pueden recorrerse no sólo las lecturas críticas más significativas y la bibliografía completa sino también las traducciones, y esas peculiares lecturas-recreaciones representadas por las versiones teatrales o cinematográficas, así como las ilustraciones plásticas o musicales que el texto y los pos-textos han generado.
Pero es el papel de la lengua en este nuevo escenario lo que interesa fundamentalmente en el marco de este encuentro. A través del entrecruzamiento de funciones que permiten recopilar, describir, analizar, relacionar y clasificar una considerable masa de información, se observa que la lengua, en lugar de sufrir menoscabo, puede llegar a adquirir un dinamismo y una ductilidad acordes con las potencialidades de los novedosos instrumentos tecnológicos. Los iconos y los gráficos pueden pautar, dar breves instrucciones y colaborar en las sistematizaciones veloces, pero sólo la lengua puede «conceptualizar».
Es cierto que la circulación en soporte electrónico, los multimedios y el multiventanaje imponen pautas topográficas y posibilidades asociativas tan notables, que no sólo la morfosintáxis acusa el impacto: pero la capacidad de referenciar y conceptualizar que ningún artefacto de formalización ha podido jamás arrebatar a las lenguas naturales se potencia de modo insospechado. El lenguaje escrito secundado por voz humana, sonidos e imágenes de distintos tipos se concentra en sus finalidades específicas. No sólo destaca más nítidamente las diferentes funciones de la comunicación verbal (representa, expresa, apela y halla nuevas vías para volverse sobre sí mismo), exigido al máximo, puede explotar todos los lectos, registros y matices a la par que amplía y afina su capacidad metalingüística.
Las potencialidades de afinamiento metalingüístico pueden observarse, particularmente, en la propuesta para el Glosario que se editará junto con el texto de la novela. El lector podrá remontarse desde un vocablo o un sintagma hasta su especificación semántica en diferentes etapas de explicitación (según los intereses y/o capacidades del usuario):
—en un primer tiempo, se aporta una primera definición (para aclarar el sentido de un pasaje y continuar la lectura),
—la definición va acompañada de ilustración gráfica (dibujo, fotografía y, en algunos, casos vídeo),
—se añaden ejemplos de uso escritos, pero acompañados de la audición de realizaciones orales de hablantes nativos (en el caso de la obra en que trabajo, a pesar de la lejanía del período que contextualiza la obra, deseché la opción de elegir actores profesionales y preferí reunir un conjunto de ancianos de San Antonio de Areco que aportan la representación lingüística más aproximada al dialecto rural pampeano entre 1886-1926, lapso de vida de Ricardo Güiraldes),
—por último, pueden encontrarse explicaciones lingüísticas de diverso orden (históricas, dialectológicas, sociolingüísticas, estilísticas, semánticas, gramaticales, fonéticas) acompañadas también de glosario (toda la terminología técnica va acompañada de definiciones) y comentarios, que pueden ser requeridos por quien los solicite).
El mismo procedimiento de administración escalonada de la información se aplica para el registro de variantes textuales, para las traducciones del texto (al francés, al portugués, al italiano, al inglés y al alemán) y para la anotación explicativa (genética, literaria, histórica y cultural).
Hasta el presente, yo he explorado en particular el funcionamiento editorial del concepto de hipertexto en el procesamiento de génesis de escritura, porque se trata del campo en el que se han venido centrando mis investigaciones personales; pero es evidente que las posibilidades de interrelacionar datos y funciones se magnifican cuando se desea vincular un texto con las circunstancias de su producción y de su recepción. Por otra parte, ninguna edición en soporte-papel lograría restituir el espacio, el tiempo y la atmósfera de la creación como las referencias visuales, sonoras y espectaculares convocadas a esos efectos en la edición electrónica.
Con esto no quiero proclamar una despedida del libro en soporte-papel. Ese objeto que significó un hito trascendental en la historia de la cultura cuando, al sustituir al rollo, cambió la relación escritor-lector de manera sustancial: la estrechó al facilitarla, pero al mismo tiempo acentuó su capacidad dialógica al promover la anotación marginal.
El libro permite, además, centrar el objeto textual y aprehenderlo a través de una linealidad que provoca una captación global simplificada pero imprescindible antes de volver a la carga con relecturas analíticas. El objeto cultural específico que llamamos «literatura» y que como todo fenómeno comunicativo es de naturaleza histórica y social, en tanto que objeto estético; y, tal como la concebimos todavía hoy —a despecho de décadas de experimentación vanguardista—, sigue siendo un diálogo vehiculizado fundamentalmente por el soporte-papel. El soporte electrónico es un recurso que crea otras posibilidades y que aquí examino como instrumento de análisis y de conocimiento, pero esas posibilidades también seguirán desarrollándose y consolidarán, no cabe duda, nuevas prácticas estéticas.
Retomando mi tema específico, paso a referirme a las ediciones genéticas en soporte electrónico.
De las ediciones genéticas en soporte electrónico a las enciclopedias lingüístico-literarias: su función como herramientas de investigación
La crítica genética ha redescubierto el objeto-escritura exhibiéndolo como un conjunto de procesos recursivos que desarticulan la linealidad del lenguaje (tal como se desenvuelve en la oralidad y en la representación gráfica ordinaria). Por su parte, el hipertexto constituye per se un modo de edición al servicio de un discurso no secuencial. Y con respecto a la problemática de la edición de procesos de escritura, la informática soluciona problemas que parecían irresolubles en el nivel de la industria editorial, y las innovaciones reproducen —sorprendentemente— los resultados de otro tipo de reflexión teórica producida de modo independiente en otros dominios.
Pensemos, por ejemplo, en la noción de hipertexto elaborada por Gérard Genette,3 que designa una serie de obras literarias relacionadas entre ellas por lazos de parentesco o de filiación y a su vez conectadas con un modelo común llamado hipotexto, del cual derivan todas. El principio de configuración de distintos programas de procesamiento hipertextual no es diferente, se basa también en una noción de hipertexto (esta vez el de la informática), que no es otro que un archivo múltiple, flexible y maleable de cierto número de textos. Así resulta posible reagrupar en la memoria de la computadora una serie de documentos ligados entre ellos por cierto número de relaciones, por rasgos de semejanza o de diferencia.
Cae por su peso la importancia que tiene este dispositivo para la investigación de la genética textual. La totalidad del material genético es, en este caso, un hipertexto, un conjunto de documentos todos disponibles dentro de la memoria de la computadora y activables sobre la pantalla con el objeto de reconstruir la dinámica misma de la escritura, el movimiento que ninguna edición en papel puede reproducir.
Una vez archivada la información, se la puede hacer circular en todas las direcciones imaginables. Se puede hacer desfilar en orden cronológico todas las etapas escriturales de un pasaje, o comparar un bosquejo con su textualización o la primera redacción de un pasaje con la última, o cotejar la fase A con la fase B, o desplegar el abanico completo de una génesis, o reunir todas las ocurrencias de una palabra-clave para observar sus contextos. Además, es posible incorporar a la pantalla información extratextual adicional: peritextos, adaptaciones, traducciones, paratexto y epitextos (por ejemplo, comentarios del propio autor o de terceros), etc.
A estas posibilidades, ya de por sí cuantiosas, se añaden otras aportaciones de la informática: las ediciones en multimedios. En ellas no se trata tan sólo de reproducir textos, también es posible reproducir imágenes y sonido. Así, es posible escanear los facsimilares y agregarles las transcripciones y los comentarios genéticos (y en el caso de piezas teatrales, por ejemplo, desplegar junto con los libretos corregidos por el autor, la imagen y el sonido de representaciones sucesivas y muchas otras posibilidades que hoy ya no son utopías).
De este modo, asignando un nombre a cada fase genética e identificando cada testimonio de esa fase con un índice numérico-cronológico, es posible traerlos inmediatamente en el orden que se desee. El mismo tipo de recurso se utiliza cuando se trata de una nota al margen, un agregado ulterior, un título de capítulo, una pasada en limpio autógrafa o apógrafa, un dactiloscrito, un original, una prueba de página, etc. En suma, hace falta inventariar los diversos elementos y asignarlos a una clase si se los quiere recuperar de inmediato.
Por último, los procesadores hipertextuales aportan otra novedad técnica, el multiventanaje, es decir, la posibilidad de subdividir la pantalla en varias «ventanas» por las cuales se puede hacer aparecer simultáneamente cierto tipo de información (por ejemplo, por una ventana puede aparecer un incipit en facsimilar, por una segunda ventana puede leerse su transcripción y por una tercera el comentario del editor, o por medio de x ventanas es posible confrontar x estadios de un borrador, etc.4 Así, a la representación espacial en dos dimensiones se le puede agregar una tercera: la del tiempo.
Esta representación de la dimensión temporal es primordial para los estudios genéticos, es su objeto de análisis: de allí que las ediciones electrónicas, al abrir la posibilidad de representar imágenes dinámicas de la escritura, se ofrezcan como las ediciones genéticas del futuro.
Es entonces la infraestructura oculta de una red lo que permite recorrer libremente el material, establecer todas las confrontaciones posibles, ya sea sintagmáticamente, siguiendo el hilo del texto, ya sea paradigmáticamente, agrupando todas las reformulaciones sucesivas de una misma unidad de contenido. Aquí se siguen utilizando las aportaciones primeras de la informática: las concordancias y las estadísticas lexicales, los repertorios de palabras suprimidas, agregadas, sometidas a reescritura o dejadas en alternancias no resueltas).
De todas maneras, estos dos parámetros citados —los dos cortes hasta ahora tradicionales en los estudios lingüísticos: el enfoque sintagmático, el que examina la linealidad de las ocurrencias presentes, y el análisis paradigmático que remite unidades y secuencias a una organización subyacente— resultan insuficientes para caracterizar toda la gama de relaciones que se establecen en el interior del hipertexto.
En el caso de la ya enorme masa documental analizada por la crítica genética, la escritura se exhibe como un conjunto de procesos recursivos en los que escritura y lectura entablan un juego dialéctico sostenido que rompe con la ilusión de una marcha unidireccional: «escritura» resulta ser sinónimo de «reescritura». La escritura analizada se ofrece como una combinatoria de operaciones múltiples y heterogéneas: sustituciones verticales, retrocesos, desplazamientos, expansiones, yuxtaposiciones, interpolaciones, reducciones, supresiones, interrupciones, conexiones, desgajamientos e intersecciones. Las distintas operaciones se entrecruzan a través de los ejes del sintagma y del paradigma, a la par que relaciones oblicuas que las encadenan y las desvinculan continuamente revelan la insuficiencia de los dos ejes consabidos.
La linealidad del lenguaje, directamente aprehensible en la cadena sonora y en la materialidad de los renglones impresos, se desarticula en la escritura. El procedimiento seguido por el análisis del discurso mantenía básicamente las tradicionales etapas de orden de raigambre filológica (formación del corpus, descripción e interpretación), e inclusive para configurar isotopías discontinuas, imponía a cada lectura la dirección general de la linealidad. Pero la génesis de la escritura, con sus fluctuaciones, sus zigzagueos y sus círculos, requiere un análisis particularmente complejo: impone una nueva serie de variables perceptivas y un nuevo vocabulario de descripción y conceptualización, y se enfrenta con la tarea de construir dispositivos paradójicos que permitan acompañar la movilidad constante del objeto analizado.
Ante un material donde los niveles de análisis parecen negarse a ser integrados en una estructura lógica unitaria, ante la imposibilidad de armar un edificio progresivamente deductivo, Louis Hay —uno de los principales teorizadores del geneticismo francés— ha propuesto una dialéctica de base empírica: observar cómo impulsan la progresión de la escritura una serie de parejas de opuestos: «cálculos» vs. «pulsiones del autor», «realizaciones previsibles» vs. «restricciones, códigos estructurados del pensamiento y de la expresión» vs. «accidentes que los trastornan».5
Esta dialéctica busca corresponderse con la dinámica relativista y polifacética de la realidad estudiada, y despeja el camino para proponer interpretaciones que integren la producción literaria con el flujo de la historia cultural. La serie de polaridades se relaciona con oposiciones del tipo «conservación» vs. «innovación» (con sus matices «alimentación» vs. «obstrucción» o «acatamiento» vs. «subversión»), o del tipo «socialidad» vs. «individualidad», que trascienden a todo el campo de la producción cultural.
Se trata de procedimientos dialécticos antidogmáticos que buscan registrar objetivamente la dinámica de los fenómenos estudiados. Siguiendo una trayectoria analítica e inductiva, los geneticistas —al enfocar la problemática de la escritura en toda su amplitud y en toda su complejidad, desde sus soportes materiales hasta sus procesos de textualización— van conformando un campo finito de objetos, signos y discursos catalogables en niveles diversos. Su dialéctica destruye conceptos cristalizados (como el de la «linealidad» de la escritura, o el de la «fijación» del texto —enfocado como un universo «cerrado»—), y destierra oposiciones rígidas. Ni siquiera la oposición «la escritura» vs. «lo escrito» (que permite acotar el campo de una nueva disciplina, la «poética de la escritura») se define en terminos de pareja de inconciliables: la índole paradojal de la escritura revela que la memoria de los signos se inscribe en el tiempo de un modo estable y plástico a la vez, y atraviesa en tensión el espacio.
Por último, a medida que se acumulen las investigaciones de este tipo, sobre esta base podrá encararse el paso de la arqueología de los documentos al nivel de la historia de la práctica de la escritura para acceder así a una visión de conjunto de las condiciones de la producción literaria y, en última instancia, de toda la producción intelectual.6 Así, en la interrelación del campo de la escritura con el campo del proceso cultural global, será posible estudiar la alternancia de predominios entre la producción cultural oral y la escrita en la historia de la cultura; mostrar por qué cada época tiene su modo de escribir —lo que implica una contextualización a la vez técnica e intelectual de la escritura—; descubrir cómo el concepto de «virtualidad» del texto entra en un juego de constantes y variables que atraviesa los tiempos y los espacios culturales, desde el diálogo del manuscrito medieval con las glosas de sus márgenes hasta el hipertexto con el que la informática nos ha sacudido en este fin de milenio.
En suma, procurando sistematizar lo multifacético y heterogéneo dentro de un campo acotado, pero sin renunciar totalmente a una vocación de globalidad, la crítica genética —concebida en estos términos— recorre los resortes de una dinámica específica —la de la escritura— y trata de establecer su interrelación con otras dinámicas productivas. En tanto las tensiones de ese campo específico admitan una vinculación lógica e histórica con las observadas en otros campos, el geneticismo abre un camino para replantear la problemática de la existencia de algún tipo de «homología» estructural y/o funcional entre los distintos sistemas simbólicos. Pero al mismo tiempo, revela que esas homologías se arman y se desarman perpetuamente; para el texto cultural cabe la misma caracterización que Jorge Luis Borges halló para el texto literario en «Las versiones homéricas»: «… no puede haber sino borradores. El concepto de texto definitivo no corresponde sino a la religión o al cansancio».
Es indudable que sólo el soporte electrónico permite una tarea de registro, organización, interrelación y análisis de datos que desemboca en la «construcción» de un nuevo tipo de enciclopedias lingüístico-literarias y en la creación de revolucionarias herramientas de trabajo.
Ahora bien, el conjunto hoy disponible de ediciones literarias multimedios no se ofrece, precisamente, como un repertorio útil. Pienso, por ejemplo, en algunos productos de amplia circulación (generalmente recopilaciones destinadas a la divulgación amplia de informaciones generales), donde una especie de «caleidoscopio» multimedios permite sospechar el futuro promisorio de ese canal comunicativo pero no alcanza a ocultar la banalidad (cuando no los más flagrantes errores de información, las herejías lingüísticas y la más absoluta falta de criterios claros).
El exámen de la gran mayoría de Cd-rom que hoy inundan el mercado podría hacer pensar que Roger Chartier se equivoca al afirmar que el procesador hipertextual representa la más impresionante revolución cultural conocida. Yo creo que, simplemente, estamos en los comienzos de algo sorprendente: la proyección sistemática hacia una intertextualidad universal, es decir, la posibilidad de internarse en un jardín de senderos que se bifurcan ad infinitum, posibilidad que constituye, sin duda alguna, un reto fascinante. Pero esto sin olvidar que, si bien la primera tarea —la que se está emprendiendo—, es diseñar un mapa de navegación por esa Babel intertextual, la segunda es aprender a usar ese instrumental para poder llegar a nuevas tierras.