¿Qué pasa con nuestra lengua en la radio mexicana?Sara Martínez
Colegio Nacional de Educación Profesional Técnica, SEP (España)

La radio en México empezó a funcionar en la década de los veinte. Este fenómeno tecnológico modificó, en aquellos ayeres, los hábitos cotidianos de las familias del mundo entero.

Breve introducción nostálgica

Antiguamente, era común que los miembros de la familia se reunieran, al atardecer, para platicar. Era el momento de la comunicación, aunque entonces no se le llamara así. No pocas veces, se daba un ritual de imaginación: conforme la luz del sol iba palideciendo, a partir del instante intermedio entre la tarde y la noche —momento peculiar donde aún no está oscuro por completo pero las formas, los colores y los contornos se van desvaneciendo en siluetas— acaecía la fuerza de la figura improbable.

Entonces, se contaban historias prodigiosas, se narraban acontecimientos inverosímiles o se recreaban situaciones pavorosas. Ese ritual ha sido per secula seculorum el escenario de la tradición oral que desembocara en la escritura de cuentos de hadas, de leyendas y de cuentos de horror.

Muchas familias se reunían a rezar el rosario, a leer pasajes de la Biblia o a leerse novelas en voz alta, mientras algún miembro del grupo tocaba un instrumento musical y otros, o más bien otras, realizaban manualidades como bordar o tejer.

Cuando la radio entra a los hogares, ocupa un lugar privilegiado dentro de la casa. Los aparatos de radio fueron accesorios decorativos o hasta muebles, cuyos diseños ahora embelesan a los amantes de las antigüedades, a tal punto que sus réplicas se pusieron de moda a finales de los ochenta.

Cuando la radio llega, la comunicación oral de la familia se amplía al exterior. Las noticias del acontecer nacional e internacional arriban a la intimidad del hogar con la voz de un locutor, que frecuentemente causa suspiros por sus variadas tonalidades. ¿Hasta qué punto este fenómeno redujo la comunicación interpersonal? o ¿hasta qué punto la amplió?

Los individuos que integran el público empiezan a desarrollar una nueva habilidad auditiva: la concentración en los mensajes orales que provienen de un aparato eléctrico y ya no de los labios del prójimo.

Pero no sólo noticias se obtienen a través de la radio (utilizo el término noticias, porque en aquel entonces no se usaba la palabra información). La radio proporciona entretenimiento y lleva la música a todo aquel que tenga un aparato, sin necesidad de asistir a un concierto o a un cabaret, sin comprar un disco o, acaso, para que lo haga. Mencionemos tan sólo dos ejemplos del pasado: La hora azul y Cri-Crí, el Grillito Cantor.

En la primera, Agustín Lara, el así llamado Músico Poeta, estrenaba, aproximadamente, una canción a la semana, canción plagada de adjetivos poco reiterados, en realidad, y de metáforas modernistas, cuando el Modernismo ya había sido rebasado por la élite literaria. Por eso, a su muerte el Músico Poeta fue calificado como el último modernista.

En la segunda, Gabilondo Soler presentaba sus canciones infantiles, con un lenguaje riquísimo en vocabulario e imaginación, al tiempo que narraba unos cuentos que no sólo eran originales y formalmente correctos, sino que además inventaban términos nuevos y jugaban con las palabras de ingeniosa manera. Tengo testigos de aquella época cuya expresión oral es francamente envidiable.

Poco a poco, la radio mexicana se fue americanizando y se invadió de canciones en inglés. El gusto de la juventud de la época por los temas del Hit Parade esterilizó la creatividad de los compositores juveniles nativos y surgieron los cover: las mismas canciones que se oían en emisoras como Radio Capital se escuchaban traducidas o recreadas en español, con las voces de intérpretes mexicanos, en estaciones como Radio Mil, Radio Variedades o la XEDF. Los segmentos hablados se reducían cada vez más y la publicidad iba en aumento.

De vuelta a décadas anteriores, surge un nuevo género o subgénero teatral: Las Radionovelas, que, ante la falta de un escenario con perspectiva, con primer plano y con trasfondo, de vestuario y maquillaje, de movimientos y gesticulación, recurrieron a todo un manejo de artificios que las hicieron irresistibles. Mario Vargas Llosa hace una parodia perspicaz, que no magistral, en su novela autobiográfica: La tía Julia y el escribidor.

El sonido y la voz indagan y descubren una enorme gama de posibilidades, pero sobre todo, la lengua. Tenía que ser rica y variada, mas simultáneamente accesible. Se trataba de llegar a los sentimientos más profundos y se abusó de la cursilería para, años después, comenzar a empobrecer el vocabulario y la expresión, a usar inadecuadamente las palabras y a caer en la discordancia y hasta en la tartamudez.

Dando un nuevo salto a la década de los sesenta y setenta, ¡Cómo recuerdo lo frustrante que era oír una sola canción, seguida de un segmento interminable de anuncios, después otra canción y vuelta a la misma historia! Poco a poco, la publicidad se convierte en un «arte» y en un jugoso modus vivendi. La producción de programas, por su parte, se limita a poner un disco con la canción que escogía el locutor de turno, cuyo discurso se reduciría a mencionar el título de la misma y el nombre del cantante.

Este fenómeno, sin duda, se relaciona con la llegada de la televisión a México en la década de los cincuenta y a su creciente penetración en los domicilios particulares de la sociedad. En aquella época, se presumía que este nuevo medio desplazaría a la radio, pero ésta se fue transformando y, hoy por hoy, es el medio de comunicación masiva más variado e interesante, accesible y, para mi gusto, fascinante.

La radio musical se ha reconvertido en radio hablada y aún las emisoras con contenido predominantemente melódico dedican segmentos a la comunicación, aunque sea trivial. En ello, notamos más los errores lingüísticos y las aberraciones que cometen los malos y los buenos presentadores.

¿Por qué la radio se ha convertido en el medio de comunicación masiva por excelencia?

Un análisis enmarcado en la teoría de la Producción y la Recepción permite acotar las siguientes consideraciones:

Hay un fuerte analfabetismo en nuestro país. Por su parte, el índice de analfabetismo funcional es inconmensurable. Entre otros factores, ello ha originado que el hábito de la lectura haya decrecido notablemente. Aun aquellos que han terminado la educación media, no suelen leer libros. El sistema de Educación Pública realiza tremendos esfuerzos para combatir este problema, enfrentándose al excesivo estímulo de los medios audiovisuales de comunicación.

No obstante, un buen número de ciudadanos pensantes sin instrucción, con mediana instrucción o medianamente instruidos encuentran las ofertas de la televisión comercial pobres, insulsas y vulgares.

El pueblo mexicano no es asiduo lector de periódicos y revistas. El restringido tiraje de los mismos nos da la pauta.

Actualmente, la radio mexicana ofrece una muy variada gama de opciones informativas, educativas, culturales y de entretenimiento.

Un aparato de radio es accesible a todo público, a toda hora y en todo lugar. Se puede escuchar la radio, mientras se realizan tareas manuales, sin perder concentración; casi todos los automóviles particulares, taxis y autobuses públicos cuentan con un aparato receptor; en las oficinas no falta un lugarcito para esconder un mini-radio; etc. Así, millones de ciudadanos transcurren el día y recorren la ciudad, sintonizados a la emisora de su preferencia o incluso evadiendo los comerciales, mediante aparatos digitales, previamente codificados. La radio es parte de la cotidianeidad de los mexicanos. Es, también, la compañera de muchos seres solitarios y, acaso, la única voz que escuchan por horas, por días y hasta por noches.

Ante esta demanda, ha surgido la radio interactiva: programas que abren sus teléfonos a la opinión, las interrogantes y hasta los testimonios íntimos del público. Parecería un cuento de Julio Cortázar, pero es cierto que ha habido matrimonios que se han concertado gracias (o por culpa) de la radio. También algunos o muchos más se han disuelto en programas que pugnan contra la adicción a las relaciones destructivas.

A nivel producción, la radio tiene una ventaja más: el presentador de un programa radiofónico no se enfrenta a las barreras de otros medios, entre ellas: la censura de la televisión, o la escasez de lectores de la prensa. De esta manera, nuestra radio se ha vuelto un foro muy crítico y, según la emisora o el presentador del programa, la actitud cuestionadora es más o menos agresiva; más o menos constructiva; más o menos propositiva; más o menos sincera y tiene más o menos repercusión. El relativo anonimato que se preserva ante la ausencia de la imagen es otro aspecto importante: Un presentador de radio no es una cara, es una voz y una opinión.

Pero, con todas estas ventajas, muchos de nuestros colegas locutores se olvidan del ingrediente esencial de la comunicación radiofónica: la lengua, misma que no siempre utilizan con la propiedad que se esperaría de un profesional de la comunicación.

Somero análisis de errores

Bajo los siguientes aspectos se destacan algunas anomalías en el uso del español.

Usos Gramaticales

Ejemplo: «Habían muchas personas obstruyendo el paso a lo largo de Reforma», en lugar de: Había muchas personas obstruyendo el paso a lo largo de Reforma.

Ejemplo: «A la mejor», en lugar de: A lo mejor.

Ejemplo: «Al interior de las Naciones Unidas», en lugar de: En el interior de las Naciones Unidas o en el seno de las Naciones Unidas.

Discordancias sintácticas

Ejemplo: «A México no nos falta nada», en vez de: A México no le falta nada o a los mexicanos no nos falta nada.

Ejemplo: «a restablecer la calma de la cual no nos podemos confiar», en vez de a restablecer la calma, en la que no debemos confiar.

También se da el caso de columnistas conceptuosos, a quienes se le ha cedido el micrófono. Y comentan las noticias con frases más largas que las de von Kleist, aburriendo abrumadoramente a su audiencia.

Aspectos semánticos

Se dan casos de usos sobrados de ciertas palabras que algún «líder de opinión» o alguna asociación o instituto político van poniendo de moda: consolidar, diseñar, rediseñar; circunstancia,1 inédito,2 evento.3

Usos eufemísticos:

— «manejador» por chofer

— «los señores barrenderos» por los barrenderos

—«los señores ladrones» por los ladrones, los rateros, los asaltantes, etc.

— «los señores microbuseros» por microbuseros, choferes de microbús o los cafres que manejan los microbuses.

— «pobreza extrema» por miseria

Cuestiones textuales

Se le atribuye a ciertas palabras un significado que no contextualiza:

Ejemplo: «Por eso hay que rediseñar una nueva moral». Yo me pregunto si la moral está sujeta a ser diseñada o rediseñada.

Ejemplo: «La forma en que se está ayudando a aquellos que viven en la pobreza extrema es inédita». Sin comentarios.

Efectos pragmalingüísticos

Aplicando la teoría del acto verbal al análisis de nuestra lengua en la radio, tendríamos que aclarar que, cuando un locutor de radio emite un mensaje, lo hace con una intención válida, intrascendente o perversa (convencer, criticar, persuadir, manipular, etc.), para lo cual el mensaje tiene que componerse de palabras significativas, estructuradas de manera adecuada y pronunciadas con claridad. A su vez, el público debe o debería tener la destreza suficiente no sólo para comprender el significado del mensaje, sino su intención y reaccionar en consecuencia.

Cuando el público reacciona como el locutor intenta, el acto verbal es exitoso, pero yo agregaría que cuando el radioyente deslinda un mensaje válido de uno perverso y reacciona positivamente en el primer caso y protesta o se rebela en el segundo, la comunicación hertziana es doblemente exitosa.

Afortunadamente, en México el público es cada día más reticente a ser manipulado. En ese sentido, respondiendo mi interrogante inicial, considero que la radio no ha reducido, sino más bien ampliado la comunicación interpersonal.

Notas

  • 1. Como hiponimia o supraconcepto de palabras tales como: situación, problema, hecho, novedad, etc.Volver
  • 2. Por insólito.Volver
  • 3. Como hiponimia o supraconcepto para palabras tales como: acto, acontecimiento, homenaje, conmemoración, celebración, encuentro, hecho, congreso, simposio, situación, circunstancia, etc.Volver