Voy detallar lo que pensamos que debe ser este nuevo título que lo denominamos «de Comunicación de la Ciencia y de la Técnica».
Me gusta decir «y de la técnica» porque creo que en este congreso se ha abusado mucho del término tecnología, muchas veces sin saber lo que se decía exactamente. Yo creo si decimos ciencia» no podemos decir a continuación «tecnología». Si decimos ciencia —en el dualismo que la ciencia impone— tenemos que decir «técnica» y no «tecnología», pero, en fin, es una pequeña obviedad de tipo lingüístico.
Pues, efectivamente, yo creo que es un proyecto ilusionante porque, entre otras cosas, a lo largo de la historia todos hemos ido viendo, todos conocemos cómo el conocimiento en determinadas épocas se ha ido fragmentando, se ha ido disociando. Han nacido campos nuevos del conocimiento que, luego, a efectos administrativos, acostumbramos a denominarlos «disciplinas» o «asignaturas», pero que es mejor contemplarlos como campos de conocimiento.
Si en algunas épocas el conocimiento se ha ido fragmentando, disociando en otras, creo que el conocimiento ha ido sintiendo la necesidad justamente de todo lo contrario, de agruparse, de arroparse, de asociarse, y creo que estamos ahora atravesando en la historia, pues decir medio siglo es no decir nada, pero yo creo que estamos atravesando unas décadas, al menos, en las que el intelectual siente esta necesidad de agrupar.
Y lo vemos y me inspira el Profesor López Morales, pues que, como vemos, ha nacido la botánica, la sociobotánica; ha nacido la sociolingüística, y que van naciendo estudios especiales, fragmentos del conocimiento en donde se intentan agrupar los métodos y los resultados de determinados campos del conocimiento para, de esa manera, de ese ayuntamiento, pues que surjan mayores posibilidades para…, a fin de cuentas, se trata siempre de hacer progresar más y más el conocimiento: pues, a la vista de que pensamos que estamos en unas décadas felices de aglutinación del conocimiento, y una de estas aglutinaciones es la que resulta de la ciencia, por un lado, y de la comunicación, por otro.
Este máster en realidad contempla esta interacción de lo que es la comunicación, de lo que es la ciencia de la comunicación, de lo que son los contenidos meramente científicos.
¿Qué ocurre? Pues que la comunicación, la especialización de la comunicación y el comunicador —el comunicador en particular— necesita especializarse. Estamos en presencia de esa fragmentación a que aludí hace un momento y surge el periodista especializado en economía, en política; por poner dos ejemplos en los que yo creo que en los niveles periodísticos, pues, son superiores a los demás. Pero, por otro lado, la ciencia necesita todavía más que lo anterior, la ciencia necesita comunicarse, y esto está claro.
¿Por qué necesita la ciencia comunicarse?, ¿a quién?, ¿a quién necesita la ciencia comunicarse?, ¿para qué necesita la ciencia comunicarse? Pues, para contestar a esas tres preguntas es para lo que nace precisamente esta interacción de la comunicación con los contenidos científicos y lo voy a explicar un poco más:
Estamos viendo todos los días, cada semana, cómo nacen temas sobre los que la comunidad científica primero necesita instruirse. Pasamos a otro nivel, ni más alto ni más bajo, pero a otro nivel, y decimos, «en lo que la comunidad política que nos dirige necesita instruirse» y si esta comunidad política, y es lo deseable, pues es fruto de una libertad pública, de una libertad política de los ciudadanos, quiere decir que esta instrucción tiene que llegar hasta el nivel de la ciudadanía.
¿Esto qué es? A mí no me gusta decir que es cultura científica, digo que es la vertiente científica de la cultura. Porque la ciencia y los científicos creo que estamos dolidos y cuando a uno le duele, pues chilla; y yo chillo ahora contra esa dimensión estrecha, canija, de la cultura como simple manifestación de lo que podíamos denominar las letras.
Tan cultura es, por lo menos, la historia, la literatura, como la ciencia; y voy a hacer un ligerísimo recorrido histórico para justificar esta idea. Cuando nace la ciencia, los primeros vestigios de la ciencia en la época griega, ¿quién ejercía la ciencia? Pues, rotundamente, «el filósofo». El filósofo y el científico constituían una misma unidad y si el filósofo y el científico eran uno, la filosofía y la ciencia eran una también —Aristóteles— no tenemos más que poner este sencillísimo ejemplo de todos conocido.
Pasa la época griega, entramos en las oscuridades de la Edad Media (en América no hubo Edad Media). Entonces, Aristóteles sigue existiendo, pero como si no hubiera existido; la humanidad desconoce que existió Aristóteles hasta que los filósofos de la iglesia, particularmente San Alberto Magno y Santo Tomás de Aquino, son los que reconstruyen la filosofía de Aristóteles con otros ingredientes de tipo teológico, más bien, y entonces comienza una versión de la ciencia muy teñida, excesivamente teñida de aspectos religiosos, de aspectos teológicos.
No era bueno esto para la ciencia y ya, pues los mismos filósofos, los mismos que mantuvieron la unidad con la ciencia, corrieron a cargo de separar todos estos contenidos religioso teológicos para que la ciencia y el método de la ciencia brillaran más. Y así, de esta manera, nos encontramos ya en el siglo xvi, sobre todo en el siglo xvii, cuando nace la auténtica ciencia experimental, pero con sus ventajas y sus inconvenientes.
La ciencia experimental se ha desligado de la filosofía, tiene un método científico purísimo pero ya no sabe nada de la filosofía. Por otro lado, la filosofía anda a trancas y barrancas, sin encontrar un asidero, porque la filosofía, sin los problemas de la ciencia, pues es más bien poca cosa.
Pasan unos cuantos siglos más y nos encontramos ya en el siglo xix, sobre todo en el siglo xx, con que la ciencia empieza a trascender de los meros hechos, de los meros contenidos científicos. Por ejemplo, nos encontramos con que empieza a saberse mucho más de qué es el hombre, qué es el universo, qué significa el hombre en el seno del universo. Comenzamos a saber que el universo tuvo un comienzo, 14 o 15.000 millones de años.
Podemos saber hoy que hay libros como Los tres primeros minutos del universo; podemos conocer las reacciones físicas y químicas que tuvieron lugar en esos primeros momentos del universo. Podemos saber cómo las radiaciones que llegan en este momento, las radiaciones que en este momento llegan a la tierra bajo la forma de rayos cósmicos, proceden de radiaciones que se engendraron a los 300.000 años del origen del universo, eso se puede conocer, y entonces uno se pregunta: Es que todos estos ¿no son motivos de atracción, no son motivos de la investigación, de la filosofía?
En el terreno del hombre, hoy, gustará más o gustará menos, pero el hombre tiene en su mano la posibilidad de modificar su propia evolución. No tenemos más que dar dos o tres términos, la tecnología —aquí sí del ADN reconvinante— los experimentos de clonación, las plantas transgénicas, ¿todo esto no trasciende al mero hecho experimental?, ¿no trasciende a lo que es el hombre, a la naturaleza del hombre, a la posición del hombre en el universo?
La ciencia empieza a echar de menos a la filosofía y la ciencia hoy necesita aunarse otra vez, volver a unirse a una filosofía de la naturaleza que ha estado desaparecida durante bastantes siglos y ahora esta ciencia necesita volverse a reunir. La filosofía también necesita agarrarse a temas como éstos que le ofrece la ciencia, para tener una razón de ser mejor que el andar dando vueltas, como dicen, «mirándose al ombligo».
Ante esta situación, ante esta necesidad de dar cultura al ciudadano simple; de dar cultura a la clase política, porque la clase política va a tomar decisiones por todos nosotros, por ejemplo, y las está tomando en muchos países. Ha salido el ejemplo hace un instante referente a la energía nuclear, ¿es bueno, es malo, es del medio?, ¿es bueno para unos y malo para otros?, ¿qué es la energía nuclear?, ¿qué problemas tiene?, ¿qué es eso de los residuos radioactivos?, ¿qué problemas implica?, ¿qué problemas técnicos exige la solución de los residuos radioactivos?, ¿qué pasa con esos proyectos (que existen en los últimos meses) de eliminación de estos residuos mediante la construcción de grandes aparatos que eliminen estos residuos radioactivos?, ¿es eso una realidad o es lo que nosotros llamamos «el timo de la estampita»?
En Europa hay grandes problemas con la utilización de un maíz (no sé si existe ese problema en México o en América), la utilización del maíz transgénico. Hay países que lo admiten, otros que no lo admiten, se ha organizado una polvareda tremenda acerca de si es bueno, es malo, es sano, es insano.
No digamos todo lo que ha surgido con la pobre ovejita clonada, este problema científico que está en la calle. Si se pregunta uno: Y esto ¿podrá hacerse con el hombre?; y uno contesta: ¿por qué no se va a poder? Poder, la materialidad de poder técnicamente hacerse; yo digo: «Pues, naturalmente que puede hacerse, y además tiene el grave inconveniente de que es barato, de que en la cocina de mi casa, pues, yo me fabrico media docena de parecidos a mí».
Respecto a la gran tecnología, por ejemplo, de las naves espaciales, uno se dice: «Bueno, aunque quiera ir a la luna, tengo que quedarme sin ir porque es caro». Pero esta tecnología biológica que tiene el grave inconveniente de que es barata y la puede hacer cualquier país, por modesto que económicamente sea, plantea unos problemas que tienen que llegar a la ciudadanía, no digamos a la clase política. Yo no sé aquí clase política, pero en España, de esto, en general, ni idea; y, sin embargo, son los que nos van a decir sí o no a la energía nuclear, son los que nos van a decir No, porque no van a decir que sí, porque van a decir no a la experimentación biológica, porque lo fácil es decir no, pero ¿es solución decir no?
De una manera o de otra, las soluciones pasan siempre por la cultura, y en este caso nuestro, por la vertiente científica de la cultura.
He querido de esta manera mostrar hechos reales que estamos viviendo todos los pueblos y todas las comunidades científicas todos los días. Entonces nos encontramos con que quién va a llevar a cabo esta labor de culturizar a la ciudadanía, a las clases sociales más altas, más bajas, a los escolares, a los alumnos de bachillerato, a la clase universitaria, ¿Quién va a hacer esto?
El hombre es ciencia, pues ya sabemos todos los defectos que tradicionalmente tiene, y lo sigue siendo, ha sido muy poco dado a perder el tiempo, en su versión, a perder el tiempo ilustrando a torpes. Yo no sé, pero es general en todos los países, es difícil encontrar a un científico, a un tecnólogo que quiera utilizar una parte de su tiempo en la comunicación científica. Incluso, entre sus colegas, el ejercicio de la divulgación es tenido como un oficio menor.
Creo que es algo general que ocurre en todos los países. La falta de cultura científica de la ciudadanía es común en todos los países, no sólo en los menos desarrollados. La cultura de la ciudadanía en los Estados Unidos es bajísima, y lo es en Inglaterra y lo es en Alemania y lo es en Francia, pero no por ello deja de ser necesario este advenimiento de la cultura a estas clases. ¿Quién va a correr con esa responsabilidad? El hombre de ciencia, harto, hará con que una minoría se ponga a disposición de los comunicadores de la ciencia.
Este proyecto de un curso máster en el seno de la universidad que yo, pues, les voy a poner una transparencia para que echemos un vistazo a cuál es la idea inicial, que estará sujeta a las modificaciones que la experiencia nos vaya dictando. En primer lugar el título preferimos sea: «Comunicación de la Ciencia y de la Técnica». No nos gusta lo de «Periodismo científico», porque se presta a confusiones, es comunicación de algo, y lo que hay que comunicar son los hechos de la ciencia y de la técnica.
Se pretende que los alumnos tengan ya una formación previa suficiente y que tengan la formación general que recibe un licenciado en Ciencias de la Información. Se contempla, de entrada, porque dado este tipo de alumnado, suele tener ya, o es deseable que tenga, una cierta obligación profesional, de manera que el hacerlo muy condensado en el tiempo, pues podía ser difícil para su asistencia a una buena parte de los alumnos, por eso se pretende que dure dos cursos académicos a lo largo: 480 horas teóricas más una colección de seminarios y de prácticas, y de prácticas en empresas, prácticas temáticas, visitas, trabajos prácticos; el alumnado debe ser restringido para que…, pensamos que, como máximo, debiera tener 30 alumnos.
Ese será el orden, más o menos, el orden de magnitud, y luego en las áreas disciplinares contemplamos la existencia de siete grandes áreas, que se repetirán el primer y el segundo año. De manera que son siete áreas que son comunes al primer curso académico y al segundo curso académico. En la primera versión del primer año, pues serían planteamientos de tipo más general, para elevar el nivel en el segundo curso académico.
Las grandes áreas disciplinares son siete; cinco son estrictamente científicas y, a nuestro juicio, responden a las cinco grandes áreas que en la ciencia hoy están bullendo en la comunicación social.
Indudablemente un área de la primera es Biomedicina y Biotecnología. Esto es algo que todos lo estamos viviendo todos los días y además, pues está envuelto en esa idea, que es fundamental, la actitud social que es la calidad de vida. Toda sociedad está aspirando a mejorar su calidad de vida, y hoy, ésta ¿por qué parámetros pasa?
Pasa por:
—su propia salud, incluyendo la nutrición y la vejez.
—el medio ambiente, y
—por la comunicación.
Éstos son tres pedestales sobre los que hoy se asienta la calidad de vida de una sociedad y como primer ingrediente, sin duda alguna, Biomedicina y Biotecnología. Rara es la semana que no aparecen novedades, que no son tales novedades; son hechos, son conceptos de la ciencia que hay que nombrar y si la lengua nació para nombrar las cosas, pues aquí tenemos que la ciencia todos los días tiene que hacer uso de la lengua para nombrar nuevos hechos, nuevos fenómenos, nuevas enfermedades.
Rara es la semana en que, en la prensa de México, no aparece un nuevo virus responsable de la obesidad. Pues ahí está, ayer en la prensa de México. Uno de los titulares era éste: «Un nuevo virus responsable de la obesidad». El comunicador tiene que saber muy bien qué son los virus, qué enfermedades son las que tienen como agentes a los virus, en fin, todos estos problemas que están en la prensa de todos los días.
La biotecnología es uno de estos grandes avances, de los inmensos avances de la ciencia de hoy. A la biotecnología pertenecen dos o tres de los ejemplos que acabo de poner —estas plantas transgénicas, el maíz transgénico— pues la metodología pertenece a esta llamada biotecnología. Es aislar, por ejemplo, un gen. Por ejemplo el tema de la insulina de las bacterias. Ustedes conocen que en la población de la humanidad quizá la enfermedad más general es la diabetes. Posiblemente un 15 por ciento de la humanidad padece diabetes.
No todos, pero la mayor parte de estos pacientes necesitan insulina, una hormona del páncreas. Hasta hace muy pocos años, hasta hace media docena de años, la insulina que se ponía el hombre era una insulina de cerdo y ustedes conocen bien que precisamente el famoso «rechazo» que hay en los trasplantes, que hay en los injertos de órganos, ese famoso rechazo se debe a la no identidad, a la no identidad química de determinados tipos de substancias. Si el hombre recibe una insulina de cerdo, quiere decir que recibe una insulina que no es igual a la suya, más o menos diferente, pero no es igual a la suya, y al no ser igual a la suya estará expuesto siempre a un fenómeno de rechazo inmunológico.
¿Cómo se ha solucionado? Pues se ha tomado el gen de la insulina de la especie humana, del hombre, del gen del hombre. Ustedes saben que el gen no es más que ADN y que la virtud del ADN es expresarse, y expresarse quiere decir «dar lugar», no «transformarse en», sino dar lugar a proteínas, porque el ADN no se transforma en, sino que es simplemente una especie de código de información, es el contenido informativo para que se biosintetice una proteína, en este caso una insulina adecuada.
Pues el gen del hombre se ha administrado, con todas las dificultades que eso conlleva, pero se ha administrado a una bacteria, se ha insertado el gen del hombre en el genoma de una bacteria y entonces el gen del hombre, en la bacteria, cumple con su obligación humana y lo que hace es dar lugar en la bacteria, que no tiene ni necesita insulina, pero da lugar a la fabricación. Las bacterias se reproducen con mucha facilidad, en un corto tiempo una bacteria ha dado lugar a cientos de millones de células y cada una de ellas va a fabricar la insulina, no suya, que no la tiene, sino del hombre. Éste es un ejemplo de una técnica que pertenece a este tipo de la biotecnología. En todos los problemas del rechazo, de los trasplantes, todos los problemas de la inmunidad ahora, las soluciones pasan por las técnicas biotecnológicas.
Por otro lado, el medio ambiente, los recursos naturales y energéticos, es un tema fundamental y la prueba es que hasta desde el punto de vista político —desde la famosa Reunión de Río— toda una serie de naciones han acordado y han firmado un protocolo sobre la biodiversidad. Todo ese tema de la biodiversidad, el medio ambiente, los recursos naturales y energéticos, constituirá otro gran apartado.
Los grandes procesos industriales es el tercer gran tema. Grandes procesos industriales, todos los grandes problemas de la gran industria química, pues con sus ventajas y sus inconvenientes. Este año 1997 es precisamente el centenario de la aspirina —quizá el mayor logro farmacológico de la humanidad— la aspirina cumple un siglo precisamente este año y es fruto de un gran proceso industrial. Las grandes contaminaciones que hubo en Italia hace pocos años, las que ha habido en Japón, en fin, y las hay cada poco tiempo, por desgracia, como fruto de la mala utilización de grandes procesos industriales, es otro tema que debe conocerse.
La física y la cosmología, —al lado de la biotecnología— es uno de los temas de mayor garra en la actualidad.
El conocimiento del universo que empieza a tenerse ahora es algo que apabulla, es algo sobre lo que el comunicador tiene que tener ideas muy precisas, muy claras, de este universo en el que estamos insertos y del que formamos parte.
De manera que éstas son las cinco grandes áreas de la ciencia, pero viene un sexto punto: un «cajón de sastre» que podemos agrupar como «sociología de la ciencia», pero que es fundamental para un comunicador, para un comunicador de la ciencia.
Hoy la ciencia, ustedes conocen bien que no se ejerce individualmente, como la ejerció don Santiago Ramón y Cajal. Hoy todo se basa en el gran centro de investigación, en la gestión de la investigación, en la política, todos los países tenemos la política de I+D. (Ahora recuerdo a un periodista de nuestro país que sabía tan poco de esto que dijo en una reunión: «La política de 1 más D»). Esto es fundamental en la política general de cualquier país.
Por modesto que éste sea económicamente, no hay uno que no tenga en sus presupuestos un apartado. Precisamente yo creo que una de las conclusiones de este congreso debería ser que todos los países aumenten su potencial de investigación y desarrollo, porque a la lengua le irá mucho mejor con una investigación y un desarrollo mucho más potente y mucho más eficaz. Tenemos la historia de la ciencia. Hay que saber historia para todo, y no podemos ignorar, no podemos juzgar críticamente los hechos de hoy si no tenemos conocimiento de qué ha ocurrido en la historia, de cómo se ha forjado la ciencia, de qué problemas ha tenido y de qué curso ha seguido, de cómo ha evolucionado ésta, la gestión de la misma, la administración, los grandes centros internacionales.
Hoy todos sabemos como en Europa, con esta nueva idea de la Unión Europea, pues existen ya centros especiales que son comunes a todas las naciones, a todas las naciones europeas, y hay un gran centro de energía nuclear en Francia, mitad en Francia y mitad en Suiza, es el famoso CERN, centro de las investigaciones nucleares. Hay en Heiderberg, en Alemania, un maravilloso centro encargado de la biología molecular europea, el que va viendo estos grandes centros internacionales a los que un comunicador tiene que conocer y tiene que llegar y tiene que acceder en su conocimiento.
Finalmente, hago referencia al punto séptimo, que es auténticamente propio ya de la comunicación, porque pensamos que no se comunica igual la ciencia que la economía o que la política. La ciencia, en todas las versiones de la comunicación: la televisión, la radio, el periodismo, el libro, tiene sus matices, tiene sus peculiaridades, tiene sus hechos diferenciales, de manera que a esos hechos diferenciales de cómo la ciencia se comunica.
A diferencia de otros temas que ya están más sabidos o más conocidos, ¿qué problemas económicos encierra?, ¿qué problemas, incluso de tipo artístico, de tipo de diseño, qué necesidad de la comunicación de la ciencia? Estas cuestiones se darán en este apartado, en esta gran área de la tecnología, de la comunicación, aplicadas específica y peculiarmente a la ciencia. En las distintas áreas de la ciencia, pero también bajo las distintas formas en que la comunicación se realiza.