Lo grafemático no es precisamente lo gramatical ni lo ortográfico en un texto escrito; sin embargo, es igualmente importante la tendencia que todos debemos observar hacia la uniformidad posible de estos aspectos.
Por ejemplo, a lo grafemático corresponden el empleo de las letras cursivas frente a las negritas, los subrayados, los espacios, la manera de transcribir cifras; hay muchísimos aspectos de edición que, naturalmente, no están normados, legislados.
Permítaseme distinguir dos sentidos de la palabra norma en lingüística. El primer sentido de norma es una ley, una regla, y el otro sentido es un hábito, un hábito lingüístico. Creo que nunca puede darse una norma como regla o ley, si antes no se ha dado una norma como hábito. De otra forma, esa norma, como ley, que no responde a una norma como hábito, está probablemente destinada al fracaso.
Ahora bien, las normas —en los dos sentidos— gramaticales y ortográficas de nuestra lengua están, diríamos, más o menos bien establecidas. Es decir, son normas como recomendaciones que siguen a unas normas como hábitos observados, hábitos lingüísticos observados en los buenos escritores.
Estamos convencidos, los que formamos parte de esta mesa, de que no sucede lo mismo en el ámbito de lo grafemático, no se observa en ello una norma, se observan varias y, además, ninguna de ellas puede señalarse o verse como prestigiosa, más que otra. Un ejemplo muy simple: en algunos países los decimales en una cifra se separan con coma (,), en otros se separan con punto (.).
A los profesores nos preguntan con frecuencia qué es lo correcto, qué es lo recomendable. No podemos contestar, lo único que contestamos es: «Oye, pues yo suelo utilizar el punto, o yo suelo utilizar la coma», pero esta afirmación no está basada sobre un concepto de prestigio, no puedo decir, «Es que, mira, los buenos escritores utilizan…» No, aquí, a diferencia de lo ortográfico, a diferencia de lo gramatical, estamos convencidos de que no existen normas de prestigio.
También, los que formamos parte de esta mesa estamos convencidos de que conviene normalizar los aspectos grafémicos del español. ¿Por qué? Porque ello conduce, sin duda, a la unidad lingüística, en aspectos muy importantes. Nadie de ustedes negará la importancia que tienen algunas cursivas en determinado texto, o el uso de unas negritas en lugar de la letra normal. Son aspectos que también tienen su propia gramática y sus propias leyes y oposiciones y yo creo que sí conviene normalizarla.
Ahora bien, creo que una futura normalización de los aspectos grafemáticos de la lengua española sólo podrá darse en la medida en que ésta sea resultado de un consenso, nunca, no podría darse de una manera dictatorial. «Fulano de tal» o «tal entidad», la que sea, «dice que así debe ser». Bueno, eso no tendrá ningún resultado. Es el consenso de los que empleamos la lengua, el consenso mayor posible, el que puede tener visos de éxito.
Ése es el sentido de esta mesa. Contamos con la presencia de personas que han tenido experiencia en estos asuntos, por una parte, y que, por otra, han tenido la osadía de darlos al público, de publicar sus normas, de publicar sus costumbres:
Don Alberto Gómez Font, del Departamento de Español Urgente de EFE; todos conocemos el excelente manual que ellos utilizan para su trabajo; pero, además, han decidido hacerlo público.
A don Alex Grijelmo también lo tenemos con nosotros, responsable del Libro de Estilo de El País. ¿Quién de nosotros no conoce este manual, este libro de estilo? y ¿cómo no vamos a reconocerle la valentía de hacer públicos los instrumentos de trabajo de su empresa y que, ahora, aunque no están contenidos en el manual de estilo de El País, tanto EFE como El País desean conversar con nosotros para ver si en un futuro, entre todos, nos ponemos de acuerdo para normalizar algunos aspectos grafemáticos de la lengua española en este proyecto acertadamente llamado Proyecto Zacatecas.
Finalmente, a mi derecha está don Humberto López Morales, Secretario General de la Comisión Permanente de la Asociación de Academias de la Lengua. Qué oportuna presencia y qué necesaria presencia en esta mesa la de don Humberto. Don Humberto representa, todos los días del año, en su trabajo cotidiano como Secretario de esta Asociación, a todas las academias de la lengua española. Cuántas veces todos los académicos hemos tenido la oportunidad de conversar con el doctor López Morales sobre éstos y otros aspectos, y siempre hemos recibido de él la atención, la cortesía, el interés de todas las academias, representadas por él en este acto, por atender estos aspectos.
De tal manera que es para mí muy grato presidir esta sesión de trabajo. No quiero restar tiempo a los que de ello saben, y que son los que van a tomar la palabra, no sin antes agradecerles que hayan aceptado participar en esta mesa de discusión. Le doy la palabra, en primer lugar, a don Humberto, por la obvia razón de que él está representando, en esta ocasión, a todas las academias de la lengua española. Quisiéramos oír su opinión y agradezco mucho, de antemano, su participación.