Norma lingüística y variaciones: algunos casos problemáticos en el español de la ArgentinaNora Mújica
Directora de la Academia Chilena de la Lengua

Acostumbrada como he estado durante muchos años desde el lugar de mi especialidad a matizar las exposiciones con ristras de ejemplos, de análisis, de asteriscos que marcaban lo legítimo de lo no-legítimado, a debatirme en los recovecos de las estructuras y sus significados, me veo hoy ante el desafío de incursionar en otra área del saber lingüístico y orientar mi pensamiento hacia otros ángulos del lenguaje tan atractivos como aquéllos. Mi participación pretenderá ubicarse en las franjas lingüísticas definidas entre lo estabilizado y lo variable, para hacer luego aportaciones de orden sintáctico y morfológico de variaciones registradas en nuestro país, que generan un interrogante bastante importante acerca del lugar que puede ocupar ese registro; por último, pretenderá abrir interrogantes en relación con la enseñanza de la lengua. Por lo tanto, en primera instancia me he encontrado frente a la disyuntiva de analizar la cuestión de la norma lingüística dentro del abanico de relaciones que instalan la norma lingüística, las normas lingüísticas, la norma estándar, las variaciones.

Buscar claridad para definir las relaciones entre estas unidades conceptuales y los límites y alcances relativos entre ellas, no es tarea fácil. No obstante, intentaré en el recorrido que me he propuesto, lograr algunas caracterizaciones. La complejidad a la que aludo deriva, en gran medida, del hecho de que es mucho lo que se ha dicho y escrito sobre la norma desde criterios diferentes; además, del hecho de que, por su propia naturaleza, es un objeto difícil de definir si tenemos en cuenta que está sujeto a una constante movilidad que determina posibles modificaciones y cambios, y, por último, porque sea cual fuere el recorte que se decida para caracterizarla, se dan de manera sistemática, no ocasional, formas alternativas, que por su sistematicidad y por la generalidad alcanzada en una comunidad de hablantes pueden ser tenidas o bien como variaciones respecto de la norma o bien como transgresiones a la norma.

Estoy pensando en fenómenos lingüísticos particulares, registrados aun en el orden de la sintaxis —y enfatizo aun en el orden de la sintaxis porque, como es sabido, la sintaxis es el nivel de la lengua de mayor fijación, y por ende, de menores posibilidades de cambio—; pienso, en definitiva, en características regionales, a las que me referiré más adelante, a los fines de ilustrar las variaciones y considerar su repercusión en la enseñanza de la lengua.

Como es habitual en el campo lingüístico, la elaboración de los conceptos antes aludidos serán el resultado de un procedimiento de contraste en el que intervienen niveles de abstracción, en este caso, en particular, la abstracción respecto del uso, respecto de la relación interlenguas, en el caso de las posibles influencias de las lenguas en contacto, como en las relaciones intralenguas, las que en el interior de una misma lengua dan lugar a las variaciones (dialectales, regionales y hasta interpersonales y grupales, caso de los cronolectos), que ponen en vigencia el conflicto para definir la lengua base en los aspectos léxicos, morfológicos y sintácticos, tanto en cuanto a lengua de circulación, en el orden instrumental, si pensamos en la lengua de la comunicación, como la lengua en la enseñanza, en el trabajo de la traducción, etc. Por otra parte, la dificultad para la definición de los márgenes de la norma y del conjunto de las variaciones se potencia en casos como el español, con una población muy elevada de hablantes, distribuidos en distintos espacios físicos y geográficos, y atravesados por diferentes historias y culturas.

En el caso particular de la Argentina, la situación es compleja. La extensión del país marca interesantes diferencias de región a región que tienen que ver con la construcción de su propia historia cultural, en la que cobran vigor, sólo para señalar dos factores relevantes, el contacto con las lenguas nativas, por un lado, así como, por el otro, el impacto inmigratorio.

1. Marcos de referencia (puntos de partida)

1.1. El concepto de norma lingüística es relativo al de variaciones lingüísticas

Sólo a modo de introducción, porque son muchas y valiosas las fuentes que se han pronunciado acerca del concepto y caracterización de la norma, tomo en consideración que en el Diccionario de Lingüística, Lewandowski apela a la regularidad para la definición de norma lingüística, una regularidad que surge del sistema de reglas que regulan una lengua, más allá o por sobre los modelos individuales.

Norma lingüística es El sistema de reglas de una lengua, obtenible a partir de las expresiones de que disponen los miembros de una comunidad lingüística.

y más adelante, en el punto 2 de Norma Lingüística, se lee:

El uso general de medios lingüísticos, el conjunto de reglas/reglamentaciones/prescripciones/modelos supraindividuales que organizan de forma obligatoria el uso lingüístico individual y de los que disponen los miembros de una comunidad lingüística.

(Lewandowski, Theodor: 242-243)

De lo que antecede se sigue que, en la definción propuesta, de carácter descriptivo, confluyen una serie de elementos de distinta índole: se destaca lo general y lo común al grupo de individuos; del uso se abstrae el sistema de reglas,1 por lo tanto, el modelo supraindividual, y finalmente se agrega «reglamentaciones y prescripciones» que parece desviar la dirección de la definición hacia el orden de la institucionalización de la norma. De corte similar al anterior, Dubois et alii, en el Diccionario de Lingüística, plantea para norma cuatro puntos, en el segundo de los cuales, reitera la relación norma-uso-comunidad lingüística:

Se denomina norma a todo lo que es de uso común y corriente en una comunidad lingúística.

(Dubois, op. cit.: 447, Norma, 2)

Si bien en el punto anterior introduce en su caracterización un aspecto más restrictivo y conflictivo al agregar un rasgo de «ideal estético y sociocultural» de tal modo que norma es:

un sistema de reglas que define lo que se debe elegir entre los usos de una lengua determinada si se quiere estar de acuerdo con cierto ideal estético y sociocultural.2

(Dubois, op. cit.: 447,1)

Las definiciones que he comentado definen la norma en términos de sistema de reglas, lo que permite pensar que se ajustan en particular a la sintaxis y a algunos aspectos de la morfología. Pero creo fundamental tener en cuenta que esta búsqueda de regulación del uso supone, diría de manera natural, un conflicto entre variedades lingüísticas coexistentes en el mismo territorio o bien, conflicto entre variedades lingüísticas a consecuencia de un proceso de expansión de la lengua en otros territorios; dos conflictos que se conjugan en la dinámica del español, si bien en diferentes momentos de su historia. Luego, dado el carácter marcadamente relativo del concepto de norma, en el corpus teórico del estructuralismo, entiendo que es en el trabajo de Coseriu en el que toma una ubicación más precisa. Me interesa tomar como punto de partida, entonces, la concepción de norma como la codificada socialmente, que reúne las realizaciones virtuales o potenciales de una lengua, que tendrán luego su expresión concreta en las realizaciones del hablante. Está, por lo tanto, en relación con las variedades lingüísticas, y en tal sentido, puede hablarse más de normas lingüísticas que de norma lingüística. Esta concepción se distancia de la prescripción y de la idealización estética o sociocultural que pondera un modelo como el paradigmático; se distancia por lo tanto, de los calificativos de correcto/incorrecto, o de bueno/malo.3

Esta línea de pensamiento condice con la tripartición conceptual sistema-norma-habla en la que se concibe a la norma como el primer grado de abstracción, que, como señala Coseriu, supone, respecto del habla, la eliminación de todo lo que en el habla es aspecto totalmente inédito, variante individual, ocasional o momentánea.4 Pero la norma, vista de esta manera, capitaliza los procesos históricos y la tradición común a una sociedad. Además —y éste es el eje que permite la entrada a la variación—, en el decir de Coseriu:

la norma es variable, según los límites y la índole de la comunidad considerada.5

La norma es:

la realización colectiva del sistema que contiene el sistema mismo, y, además, los elementos funcionalmente no pertinentes, pero normales en el hablar de una comunidad.6

Luego, hay varias normas parciales (sociales, regionales).7

1.2 La norma o lengua estándar (otro aspecto no menos problemático)

Según lo que antecede, accederíamos a esta nueva categoría como el resultado de un nuevo proceso de abstracción. Cabe,en este aspecto, abrir un paréntesis para considerar que, al entrar en el campo de la lengua estándar, a los aspectos estrictamente lingüísticos que puedan interesar al respecto, se les suma los que atañen a la política lingúística subyacente, en la que interesan los mecanismos de institucionalización de la lengua estándar, los organismos intervinientes, los programas de planificación y divulgación como son ejemplos los referidos a la enseñanza de la lengua, y, desde otra perspectiva, la publicación de gramáticas y diccionarios, en síntesis, el problema de estandarización se resume en la serie de intervenciones más o menos institucionalizadas comprometidas con una determinada política lingüística de un programa nacional.8

Pero aspectos a mi juicio más esenciales surgen de las preguntas que caben formularse vinculadas más intrínsecamente con la lengua. Por un lado, en el conflicto entre variedades lingüísticas, cuáles son las soluciones potenciales a la hora de definir la lengua estándar; y consecuentemente, cómo a partir de qué aspectos se caracteriza o toma a una lengua como estándar.

Retomando las fuentes que ya hemos considerado, las conceptualizaciones tocantes a este tema reiteran algunos ejes. Dubois (et alii) entiende que el estándar está por sobre las variaciones, que es la forma de empleo corriente, usada como medio de comunicación y sujeta a una norma. Es lo que se lee en el texto ya mencionado (:244).

Una forma de lengua es estándar cuando en un país dado se impone más allá de las variaciones locales o sociales hasta el punto de emplearse corrientemente, como el mejor medio de comunicación, por gentes susceptibles de utilizar otras formas o dialectos. Generalmente es una lengua escrita. La difunden la escuela, la radio y se utiliza en las relaciones oficiales. Suele estar sometida a una norma y a instituciones que la dirigen.

En términos similares plantea Lewandowski (op. cit.: 201-202) la lengua de intercambio de una comunidad lingüística, legitimada e institucionalizada históricamente, con carácter suprarregional, que está por encima de la(s)lengua(s) coloquial(es) y los dialectos y es normalizada y transmitida de acuerdo con las normas del uso oral y escrito correcto.

Si nos atenemos al contenido de la lengua estándar, o a qué rasgos la caracterizan, éstos se perfila, en primera instancia, a partir del conflicto entre las variaciones lingüísticas, ya sea si consideramos la LE como la emergente de entre las variedades de lengua, sea como la resultante de una variedad privilegiada entre las demás, o el resultado del entrecruzamiento de las variedades (con o sin preeminencia de una de ellas) o por último, sea la constituida a partir de un trabajo de recreación que genera una lengua identificable con las variedades sólo en el sistema general de base, común a todas pero diferente a cada una de ellas; cualquiera sea el proceso de constitución de la lengua estándar, parece adecuado caracterizarla como la lengua resultado de la suspensión de rasgos marcados, positivos que identifican a cada una de las variedades, para ser una forma no marcada, una koiné, lengua franca o neutra, que, en verdad, no se materializa en su totalidad en el habla real de ningún hablante, pero con la que se confrontan o miran las especificaciones lingüísticas de las variaciones en el orden de lo sintáctico, morfológico, y léxico así como del significado menos connotado. Si bien el sintáctico es el aspecto más estable entre las variaciones, como hemos dicho, y, por ende, el que sostiene, por así decir, los rasgos del sistema común, mientras el morfológico y léxico, así como el fonético, son los aspectos más proclives a la diversidad , no obstante, como veremos más adelante, interesan algunos relevamientos de la sintaxis que caracterizan a zonas del país, que entran en conflicto con la norma y que, por su naturaleza, merecen un comentario particular.

Según las apreciaciones precedentes, la LE resultaría ser, entonces, una forma abstracta e idealizada, pero con un amplio espectro en el que puedan tener cabida los distintos registros de lengua (formal, científico, coloquial, etc.), y en la que tengan también cabida, las formas alternativas de un mismo sistema, (es el caso, por ejemplo, del sistema temporal del pasado, que en el miembro +perfecto aparece con dos variantes, forma simple / forma compuesta con diferente distribución en nuestro país, por lo que, siendo uno solo el sistema de oposición aspectual, se da que en unas zonas el miembro marcado del sistema sea la forma compuesta y en otras, la simple). Esta lengua común, entendida como un sistema nuclear, tendrá relieve en las comunicaciones, en la circulación internacional de textos en español, en fin, en los medios masivos de comunicación, de igual modo en el trabajo de traducción con fines de difusión internacional. Así, a la lengua estándar se tiende, en gran medida, en los textos científicos, en la confección de documentos institucionales, de la administración, y también, agrego, en la enseñanza. Digo «se tiende» porque los registros de lengua no son puros dado que es la norma o el estándar de la lengua en uso. No obstante, es la lengua de referencia frente a la cual podrán medirse las variaciones, ya que esta forma modélica del uso de una lengua estará en estado de inestabilidad toda vez que, siendo lengua en uso, estará sujeta, en las áreas lingüísticas más sensibles al cambio, a los vaivenes de la práctica lingüística.

Una medida aproximativa de la amplitud de alcances a la que me refería respecto de la norma y el estándar puede ser ilustrada con algunos aspectos, en el orden de lo fonético y de la morfología, en cuanto al perfil del español argentino.

En lo fonético, que es, sin duda, el más simple de definir, por la pronunciación de algunos sonidos fáciles de inventariar resulta claramente identificable de qué región procede un hablante particular. Como es sabido, son bien tangibles las diferencias entre las variantes de la y/ll (palatal/semivocal) y a su vez las variadas formas de yeísmo; las diferencias de pronunciación de la vibrante en posición inicial e intermedia, la de la sibilante y sus variantes aspiradas sobre todo en posición final, rasgo diferencial de región y de ciudad, la relajación de las consonantes finales, etc. y por sobre estas diferencias fonéticas, cuyo inventario no es por cierto exhaustivo, la entonación. ¿Cuál es de entre la variedades la forma estandarizada? No es fácil de responder, pero creo poder afirmar hoy que si nos atenemos a las voces en la radio y la TV, frente al monopolio rioplatense que ha regido como la norma y lo correcto durante mucho tiempo, se da una apertura y una mayor aceptación de los matices diferenciales que otorgan identidad regional.

Algo similar, si miramos hacia el campo de la morfología en relación con los cambios pronominales y verbales que trae consigo el voseo, y su distribución dentro del país. Puede afirmarse también en este caso que, dejando de lado situaciones de intercambio lingüístico especiales y codificadas (situaciones formales, por ejemplo) no se privilegia una forma sobre otra, sino que el estándar incluye las variaciones y las elecciones particulares al respecto. De aquí la amplitud a la que nos referíamos.

Hago un breve apartado para referirme al léxico en cuanto a estándar. Violeta Demonte (2003) recoge los factores analizados por López Morales (2001) (Tendencias del léxico hispanoamericano) en relación con la globalización y la estandarización (dos factores vinculados), respecto del léxico español, en el que se marcan tendencias hacia la homogenización del léxico, a partir de la fuerza centrípeta de los tecnolectos, la expansión de vocablos a través de la televisión o del cine, la incorporación de extranjerismos generalizados que según el estudio realizado, es una fuerza centrípeta más que centrífuga, la utilización de unos sufijos sobre otros en los derivados, etcétera. De todos modos, descontando que sin duda los antes mencionados son aspectos favorables a la homogenización, queda el remanente importante de los neologismos que reflejan lo propio de región o país. Tengo presente el caso de los derivados por sufijo -izar, ejemplo muy claro de productividad léxica, favorecida por la flexibilidad del radical y por lo tanto, por la posibilidad que ofrece de nuevas palabras relacionadas con situaciones políticas, económicas  y sociales ocasionales, y por ello mismo, de corta supervivencia. Es decir, siendo el léxico una fuerte expresión de cultura y de creatividad, sigue ofreciendo el campo más adecuado y fecundo para la variedad y la diferencia regional. Luego, frente a la tendencia homogeneizadora a la que hemos aludido, la variedad léxica para designar acciones, estados, objetos, para calificar o evaluar a través de verbos, nombres o adjetivos ha llevado a confeccionar diccionarios regionales que merecerían tal vez una revisión puntual a los fines de determinar con mayor exactitud lo común y general de lo específico, de modo de establecer, en este último caso, los vocablos efectivamente regionales y tal vez su posible parentesco con los de otras regiones.9

Es decir, junto a la forma común que bien queda restringida a campos semánticos específicos o bien muy generales, circula un amplio y rico vocabulario con gran capacidad expresiva que no es meramente un conjunto de formas afectivas, circunstanciales o generacionales, sino que forma el léxico internalizado de una comunidad de hablantes de una región determinada, vocabulario que es expresión cabal de la cultura y de la herencia cultural de la que forman parte. Este aspecto de la cuestión entiendo que debe ser tenido en cuenta en el plano de la enseñanza, en el sentido de que el niño o el joven escolarizado adquiera los paradigmas léxicos coocurrentes como dos normas léxicas alternativas. De este modo, al tiempo que entendemos al estándar como una necesidad ineludible a la hora de facilitar a todo miembro de una comunidad su inserción social, simultáneamente se preserva la variedad regional.

En un sentido inverso al presentado, considero que la necesidad de alcanzar un léxico neutro (en el marco difuso de lo que se denomina lengua neutra o lengua franca) se vuelve crucial en la tarea del traductor, en particular cuando se trata de ítems que tienen que ver con la inserción de un producto en el mercado, de textos de circulación internacional y por lo tanto, de pretendida llegada al mayor número posible de hablantes; y de igual modo, en el trabajo de traducción en las distintas especialidades con vocabulario altamente especializado. Frente a situaciones de indefinición entre varios ítemes léxicos que remiten a un mismo referente (piscina, pileta, alberca), sólo le queda, al menos como decisión por defecto, adoptar el más neutro. Deviene, entonces, la búsqueda por el más transparente y menos especificado o connotado. Pero ¿cuál es ese ítem entre el paradigma léxico posible? No soy experta en temas como éstos, pero en este sentido se viene trabajando en proyectos como el DIES-RTP (Difusión Internacional del español por Radio, Televisión y Prensa), proyecto de investigación de los estándares a partir de las variaciones léxicas y de selección de entre ellas siguiendo diferentes criterios o el VARILEX.

En síntesis, creo que cada vez que nos hemos enfrentado con el concepto de norma y sus relaciones hemos hecho los mismos o similares peregrinajes en busca de pautas más o menos precisas, que pasan por aproximaciones a lengua culta, a lengua hablada por el mayor número de hablantes, a lengua estándar, etc.

En mi recorrido personal, he decidido tener el anclaje en el desarrollo conceptual, cuidadosamente perfilado por Eugenio Coseriu, cuando reformula la bipartición saussureana por la tripartición sistema-norma-habla. La elección no se debe a otro factor que no sea el de hallar en ella un mejor acercamiento a las relaciones con el sistema y con el habla y al plantear no una norma lingüística sino normas lingüísticas.

El tema de la norma es de por sí arduo, y es arduo por lo escurridizo, porque se define o tiene que definirse en medio de las variaciones y de los cambios que se van produciendo en el constante ir y venir de la lengua. En lo personal, me atreveré a decir que nuestros entusiasmos e intereses están puestos en las variaciones, que una vez estabilizadas y generalizadas en la comunidad devienen en norma;10 las variaciones ofrecen un interesante material de estudio y de análisis y, creo, tienden a ser el tema central de los estudios lingüísticos de hoy, al menos en lo que respecta al español. Coincido con Ignacio Bosque cuando, en la conferencia dictada en Buenos Aires, en ocasión del Congreso celebrado en agosto 1999, dijo, textualmente, «la Academia considera que la variación gramatical debe recogerse adecuadamente en una descripción de estas características, en particular la variación sintáctica y morfológica que existe en el español de América».11 Entiendo que se requiere, por lo tanto, considerar la variación no como una transgresión inanalizable,12 sino jerarquizarla como una alternancia frente a la gramática estandarizada y convertirla en objeto de estudio que dé como resultado la elaboración de gramáticas descriptivas de las variaciones, para lo cual, sin duda, sería favorable la conformación en cada país o región de equipos de trabajo. Por otra parte, no se descarta que el estudio de las variaciones pueda ser un aporte relevante al conocimiento de nuestra lengua.

2. En el camino hacia las variaciones13

A los fines de ilustrar las variaciones, voy a presentar algunos casos puntuales, algunos de ellos muy significativos, a mi juicio, del español hablado en la Argentina en algunas regiones del país, otros, casos referidos a la gramática de la zona rioplatense (digo rioplatense ya que, a falta de una investigación mayor, no podría afirmar que estén extendidas por todo el país o que tengan el vigor que tienen en esta región ) y formas o expresiones generalizadas al menos en esta zona, si bien también constatables en otros países americanos, con una fuerte expansión en determinados momentos y posterior declinación (por así decir, expresiones que se ponen de moda), no obstante, con permanencia en el registro de los hablantes. Me interesa traer estas ocurrencias a esta reunión no como una mera curiosidad sino más bien para sostener la posición adoptada de concebir la norma desde una concepción ampliada que permite la convivencia del estándar con las variedades regionales y para hacer un aporte personal al tema que estamos considerando, teniendo en cuenta que algunos fenómenos lingüísticos que se registran en la lengua oral y/o en la escrita no siguen la norma gramatical canónica pero son corrientes en la comunidad de hablantes. Creo que entre norma y variación se genera cierto grado de tensión.14 Y además, se renueva la pregunta de cómo o a partir de qué es posible fijar los límites entre una estructura entendida como una variación y otra que puede ser vista como una transgresión.15

2.1.

En el orden de las categorías funcionales es un hecho característico y de larga trayectoria en investigación el uso de los dos casos paralelos del dequeísmo y del queísmo, tanto en la lengua oral como en la escrita, para introducir oraciones subordinadas sustantivas, en dependencia de verbo con alternancias como concluye que / concluye de que… , asevera que / asevera de que…, comentó que… / comentó de que….y en paralelo con las anteriores, las versiones sin preposición en dependencia de sustantivos, la propuesta que vayamos al cine juntos ... con claro parentesco con la oración relativa la propuesta que me hizo. Cabe, también vincular con lo anterior el registro no menos frecuente del que relativo, como un mero elemento de conexión o subordinación, pero con pérdida de los rasgos pronominales del antecedente, en los casos en que la anteposición del relativo supondría el elevamiento de un sintagma preposicional (La chica que te dije que salí con ella...» es un ejemplo).16

El caso al que quiero referirme particularmente creo que guarda un parentesco con lo anterior, y es el empleo del adverbio relativo donde. El interés por la construcción con donde surge del proceso de desemantización que presenta en muchas ocurrencias a lo que se suma la frecuencia de aparición. Que sea o no un fenómeno local no puedo afirmarlo por el momento, a falta de un chequeo más general de datos. Cualquier hablante del español tiene internalizado el registro de donde como indicador de lugar fijo, en, sin movimiernto, y acompañado por preposiciones, con indicación de movimiento. Las gramáticas del español coinciden en catalogarlo como adverbio de lugar con los rasgos que he señalado, introductor de oraciones relativas de lugar, con o sin antecedente sustantivo explícito que de algún modo remita a lugar, pero además, con la condición de que, dentro de su proposición mantenga el significado y la función adverbial de lugar.

Pero la situación que voy a plantear es, por el contrario, la de donde encabezando una oración subordinada (relativa) con una función de conector, y en camino a la pérdida de su significado originario.

En la Gramática descriptiva del español17 Brucart registra empleos en los que se produce el desplazamiento de donde desde la interpretación locativa a la temporal. Kany (1945 : 452) (citado por Brucart) introduce el siguiente ejemplo, procedente de Chile: Yo iba muy tranquilo, donde el caballo se me espantó y me echó al suelo, y Lope Blanch (1984:452) señala igualmente que «son frecuentes los usos no locativos de donde en el español mexicano: Es la única cuestión en donde todos estamos de acuerdo». En lo que a nuestro uso se refiere, las series van desde el caso en que la interpretación de donde se orienta a marcar la relación causa-efecto (el hecho lamentable ocurrido donde murieron dos jovencitas, LT8,7/03/97, periodista) a la interpretación de medio o instrumento (habría un dictamen la próxima semana donde se resolvería la situación de los detenidos...(LT2, corresponsalía), o a situaciones de más compleja catalogación, estructuras en las que donde pareciera sólo funcionar como nexo: Era un vínculo de afecto donde ella decía que se sentía tan a gusto (lengua oral),18 Es una buena pregunta donde no hay buenas respuestas (lengua oral), Es una situación donde hay una madre y un padre que no pueden hacerse cargo del niño (lengua oral), hasta casos en los que se está más cerca, creo, de la transgresión que de la variación como el siguiente: “Un tema desarrollado” es el sujeto tácito, donde en la lengua española es posible omitir el sujeto.

Es decir, son dos los hechos relevantes, uno, que se le asigne al antecedente seleccionado de la relativa un rasgo +locativo respecto del cual no está especificado; el segundo, que las ocurrencias sucesivas marquen una gradación semántica del adverbio donde, desde el significado básico locativo, hasta la desemantización y su aparición en una estructura en la que queda aislado semántica y sintácticamente, como un mero elemento de conexión.

Frente a un hecho como el relevado, se reitera la pregunta acerca de cuál es la relación con el estándar y la gramática, ya que, por un lado se aleja del estándar gramatical, pero por el otro, pasa a ser aceptada y compartida por los hablantes (sea en el registro oral como en el escrito) por lo que se incorpora a la norma lingüística. Como el precedente, pueden citarse los casos de concordancia del impersonal hay, hubieron fiestas, la forma verbal de las condicionales, Si fallarían todas las plantas, sería yo el responsable, Si fueran dueños de la Facultad y estudiarían, o expresiones como Se la pasa fumando en alternancia con Se lo pasa fumando con elementos pronominales lo/la sin referente contextual explícito.

Quisiera presentar por ultimo dos casos de variación regional, de usos sintácticos que sin duda van a parecer agramaticales y una verdadera transgresión a la norma, y más aún, del que estaremos dispuestos a dar acertadas y justificadas explicaciones de su inconveniencia gramatical, pero que, por otro lado, tienen vigor y fuerza cultural. El primer caso que voy a comentar en pocas palabras es el conjunto de estructuras que, a mi criterio, pueden denominarse construcciones con acusativo de interés.

En la NOA (o región del noroeste argentino) suele darse con frecuencia, fundamentalmente en el habla coloquial, una estructura en la que coexisten el dativo de interés y un digamos, acusativo de interés, ambos representados por pronombre átonos y siguiendo el orden descripto (dativo-acusativo). El caso típico es Se me lo murió, Se me la fue a estudiar a Buenos Aires expresiones en las que desde el análisis gramatical no hay cabida para un lo/la acusativo, que retoma sin embargo los rasgos nominales de género y número (el gato, por ejemplo, para el primer caso), por lo tanto, variable, y que no puede prescindir del dativo de interés. Leandro Arce, 2003, siguiendo algunos descripciones hechas por Pais19 y trabajos de Martorell de Laconi,20 sobre hechos lingüísticos similares, ha realizado un interesante estudio de las ocurrencias de esta construcción, de las clases y grupos verbales con los que puede ocurrir así como de aquellos que no legitiman su uso, y concluye en que se trata de una forma de expresión de la afectividad que el hablante relaciona con el objeto, de modo que se conjugan dos formas simultáneas de expresión de afectividad, la del dativo y la del acusativo, construcciones que, como otros usos pronominales, en la hipótesis de Pais y de Laconi tienen que ver con el sustrato quichua.

El último caso que menciono es el uso indistinto de las preposiciones en /a en hablantes bilingües guaraní-español (región de Formosa), y también en monolingües en español, dos formas bien identificadas en español pero que se corresponden con la posposición   pe del guaraní, que concentra los dos significados, de lugar fijo y de movimiento hacia.. El hablante dirá con frecuencia Me voy en lo del médico, Alicia viajó en Asunción, Voy a dormir en debajo del árbol.

Los casos que he presentado no tienen otro interés que ilustrar la coexistencia de formas y usos gramaticales en la comunidad hablante y volver sobre la pregunta acerca de la relación norma estándar, variaciones y normas, retorno que vuelve a actualizar la cuestión nada fácil de definir los límites y las fronteras que las separan y a su vez las ponen en relación. E interesa, además, orientar esta cuestión a la enseñanza de la lengua, dado el lugar central que ocupa la escuela en la implementación de las políticas lingüísticas.

2.2. ¿Qué hacer en el ámbito de la enseñanza de la lengua?

No es una pregunta fácil de responder, máxime si se tiene en cuenta que en los últimos años, la enseñanza de la lengua en las instituciones escolares ha seguido una tendencia que la ha alejado de lo que tradicionalmente podemos denominar gramática; ni es fácil de resolver a nivel del aula cómo trabajar con fenómenos lingüísticos como los que he presentado y otros que podrían agregarse, que tienen una fuerte arraigo y que, además, pueden aportar un plus de significación al enunciado realizado, pro que presentan importantes problemas gramaticales; la problemática creo que amerita una discusión de criterios y la búsqueda de acuerdos. Pero por las evidencias personales que he podido tener en las conversaciones con los docentes del área especialmente en las zonas en las que aparecen especificidades muy marcadas, el consenso, que comparto, parece orientarse a que el alumno maneje las dos variedades, la propia de la región, que no se la descalifica, que no puede ni tiene por qué ser borrada ni tachada de incorrecta, siendo como es una forma coloquial de intercambio en la que se encuentra involucrado el alumno y su entorno, y al mismo tiempo la norma general, por medio de la cual el escolarizado tendrá el conocimiento lingüístico que le permitirá un acceso adecuado a otras instancias comunicativas de la vida en sociedad.

Creo, en síntesis, y ya para cerrar la exposición, que en el día de hoy se hace imprescindible que el estándar, entendido como el sistema lingüístico común a todos los hispanohablantes, y la norma lingüística particular, definida en cada territorio, sea patrimonio común de todos los hablantes que lo habitan; que el estándar generalizado e internacional, lo que podríamos llamar la koiné del español, se desarrolle y amplíe por los medios de comunicación que cubren las múltiples regiones de habla hispánica, y también que tenga un lugar, una posición y se cultive como lengua alternativa en las redes que conforman Internet de modo que se acreciente la circulación en español de los trabajos y proyectos de investigación en sus diferentes especialidades; pero que además la norma particular y general conviva con las variedades regionales para fomentar la integración y no el opacamiento de las diferencias culturales manifestadas fundamentalmente a través de la lengua. En este sentido, estimo que el lugar de la enseñanza es el privilegiado. Para ello, apunto a una doble propuesta, generar descripciones gramaticales de las variaciones con la participación de especialistas acreditados de cada región, e incluirlas de manera contrastiva en los libros de textos y en los de gramática general.

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  • Martorell de Laconi, Susana, 2001, «Influencia de la gramática quichua en la gramática del español del NOA», en Elvira N. de Arnoux y Ángela Di Tullio, (eds.) Homenaje a Ofelia Kovacci, Buenos Aires, Eudeba.
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  • Rosenblat, Ángel, 1970, El castellano de España y el castellano de América. Unidad y diferenciación. Madrid, Ed. Taurus.

Notas

  • 1. Diríamos que, desde el punto de vista de la gramática generativa, el sistema de reglas constituye uno de los aspectos del conocimiento gramatical del hablante. Si bien norma está fuera de las conceptualizaciones propias de la lingüística generativa, puede pensarse que las competencias del hablante constituyen la norma de la que cada hablante dispone como conocimiento gramatical.Volver
  • 2. Lo subrayado es mío.Volver
  • 3. Recordamos que Lewandowski dice al respecto, «los juicios valorativos (correcto - falso, bueno - malo ) han de sustituirse por otros descriptivos (usual - menos usual)».Volver
  • 4. Coseriu, E.,1961, 3.1. Volver
  • 5. Coseriu, E., 1961:96.Volver
  • 6. Coseriu, E,. 1961:97.Volver
  • 7. Coseriu, E., 1961:98: «La norma es, en efecto, un sistema de realizaciones obligadas, de imposiciones sociales y culturales, y varía según la comunidad. Dentro de la misma comunidad lingüística nacional y dentro del mismo sistema funcional pueden comprobarse varias normas (lenguaje familiar, lenguaje popular, lengua literaria, lenguaje elevado, lenguaje vulgar, etcétera) distintas sobre todo por lo que concierne al vocabulario, pero a menudo también en las formas gramaticales y en la pronunciación (…)».Volver
  • 8. Véase que la distinción entre castellano / español —en relación con la cual recordamos el extenso desarrollo de Amado Alonso en Castellano, español, idioma nacional— no es un problema menor; supone diferencias políticas y fracturas cuyas soluciones no están definitivamente consolidadas, aun cuando ya la oposición ha dejado de tener vigencia, al menos en nuestra realidad nacional.Volver
  • 9. Me remito a María Delia Gatica de Montiveros, Diccionario de regionalismos de la provincia de San Luis, edición de 1995, en el que figuran entradas propiamente regionales: lechiguana (variedad de abeja, del quichua llachiwana=‘miel’), chingar (‘equivocarse, fracasar’) junto a otras de circulación en diferentes regiones del país (en gran parte, en el habla rural), compadre, conchabo, hablar sin ton ni son, tener mala bebida, hacer pata ancha, lechucear, bochar.Volver
  • 10. Parece siempre vigente la pregunta acerca de cuáles son los límites o el hasta dónde que demarcan la trasgresión, la forma aberrante, de la variación. Tal vez Coseriu haya pensado en zanjar esta dificultad al dar un lugar en su sistema a la norma individual. Volver
  • 11. I. Bosque (2001), op. cit. p. 63.Volver
  • 12. En términos de Lewandowski (en el rubro Norma Lingüística) «las desviaciones de la norma lingüística (de la lengua culta) no son atentados contra leyes de validez general».Volver
  • 13. El estructuralismo absorbe la variación en el concepto de norma. La Gramática Generativa, a partir de la elaboración de Principios y de Parámetros traslada el peso de las variaciones al ámbito de los parámetros, es decir, las variaciones están, entonces puestas en relación con las opciones positivas / negativas, marcadas / no -marcadas en las que se articulan los parámetros. Ahora bien, en el estudio de las variaciones, por ejemplo, interlingüísticas, no todo parece resultar tan preciso ni, en principio, puede resolverse en esta oposición de dos opciones. Dentro de una misma opción (o sea, de una misma variación) podrían suceder nuevas variaciones, lo que complicaría el cuadro de situación. Volver
  • 14. Arnoux, E, 2001:30, desde una perspectiva diferente a la que propiciamos dice «Las gramáticas, por su parte, si bien han optado centralmente —debido a su función de regular las prácticas, de fijar los usos admitidos o de generalizar los mecanismos— por la estabilidad, la homogeneidad, la idealización, o por esa norma que construyen al describir, siempre han tenido que dar una respuesta por la variación que excluyen porque no constituye el objeto que se ha dado esa gramática, o que marginalizan al desvalorizar a sus hablantes, o que aceptan inevitablemente en forma parcial».Volver
  • 15. Esta relación pone en evidencia una cuestión no menor que es qué se entiende por error. Volver
  • 16. Este supuesto relativo pierde los rasgos nominales del antecedente, sólo se comporta como un nexo de subordinación, razón por la cual se acerca al que de las completivas sustantivas. Pero véase Brucart, José M.ª: 493, cap. 7, de la Gramática descriptiva del español, de Bosque y Demonte: «Así, la aparición de secuencias extranormativas como Me hablas de un asunto que yo no puedo opinar sobre él no correspondería a un supuesto proceso de despronominalización de que, sino a la sustitución del operador relativo vacío por el correspondiente constituyente léxico en el interior de la subordinada. La función de que seguiría siendo la misma: estrictamente la de nexo subordinante».Volver
  • 17. Véase Brucart, José M.ª: :509, cap. 7, de la Gramática descriptiva del español, de Bosque y Demonte.Volver
  • 18. Sobre el problema de donde, remito al trabajo «El relativo donde: algunas observaciones respecto de su proceso de desemantización en las relativas restrictivas», de Liliana Bolla, en Revista de Letras, 6, Fac. de Humanidades y Artes, UNR, Rosario, UNR Editora.Volver
  • 19. Pais, Federico, 1953, Algunos rasgos estilísticos de la lengua popular catamarqueña, Buenos Aires, Ministerio de Educación de la Nación.Volver
  • 20 Martorrell de Laconi, 2001, hace un estudio de la pronominalización átona en el uso de los hablantes de la región, y muestra las semejanzas con rasgos propios del quechua. Volver