El periodismo hispano en Estados Unidos: más salsa que kétchupJorge Ignacio Covarrubias
The Associated Press, Nueva York (EE. UU.)

Una considerable mayoría de profesionales de la enseñanza superior de español, literatura y lingüística en Estados Unidos considera que el periodismo hispano ayuda a mantener, difundir y enriquecer el idioma.

En una consulta efectuada por The Associated Press a 30 profesores universitarios de esas disciplinas en 16 estados de la Unión, incluyendo todos los de mayor concentración de hispanos, diecinueve [63,33 por ciento] manifestaron una o más de las tres afirmaciones precedentes, o bien opinaron que el periodismo en español en Estados Unidos contribuye a que los hispanohablantes tengan conciencia de la importancia de su lengua y de su propia comunidad, como también una visión del mundo que les es propia.

Sin embargo, esa valoración positiva se ve contrapesada con otras opiniones negativas manifestadas por 12 de los consultados [40 por ciento] algunas procedentes de los mismos profesores que consideran que el periodismo ayuda a difundir la lengua que censuraron la preparación insuficiente de los periodistas, particularmente su manejo de la lengua, las traducciones del inglés y hasta el mero afán de los medios de comunicación por explotar el mercado hispano. Uno de los profesores hizo la distinción que el periodismo en español en Estados Unidos contribuye a difundir, pero no a enriquecer el idioma.

Varios de los encuestados dieron preminencia a la radio y la televisión sobre la prensa escrita por la influencia que estos medios ejercen sobre sus respectivas comunidades, y entre los numerosos géneros o vehículos que contribuyen a la difusión de la lengua citaron los noticiarios, el cine, la crítica literaria, las editoriales, las revistas, los satélites, el turismo y los ordenadores. Los dos que citaron las telenovelas en español las consideraron positivas para la difusión de la lengua.

Consultados específicamente sobre la Internet, sólo 9 de los 30 profesores [30 por ciento] dieron una respuesta, y dos de ellos atribuyeron el mayor uso de ese medio no a los docentes sino a la nueva generación que los sucederá: los estudiantes y los jóvenes.

La consulta se efectuó por telefax en mayo de 1996 a un total de 30 profesores de 16 estados, que a fines de estudio comparativo se dividieron en cuatro sectores: NORDESTE [NE]: Nueva York (5 consultados), Nueva Jersey (2), Massachussetts (1) y Maryland (1); MEDIO ESTE [ME]: Ohio (2), Pennsylvania (2), Illinois (1); SUDESTE [SE]: Florida (5), Carolina del Sur (1), y OESTE [O]: California (3), Texas (2), Arizona (1), Nuevo México (1), Nevada (1), Utah (1) y Washington (1). Los profesores, de los cuales 26 enviaron sus respuestas por telefax y cuatro por carta, son de variada ascendencia: ocho norteamericanos (tres de ellos de ascendencia mexicana), seis españoles, cinco argentinos, tres cubanos, dos chilenos, dos peruanos, y uno de Puerto Rico, Guatemala, Costa Rica y Hungría.

El periodismo en español en Estados Unidos contribuye sobre todo a difundir y mantener la lengua, según opinaron los consultados, quienes dieron seis respuestas para cada uno de esos dos rubros.

El profesor Keith McDuffie, de la Universidad de Pittsburgh y director de la Revista Iberoamericana, considera que en los últimos años «la difusión de la lengua española ha crecido enormemente, principalmente a través del periodismo, incluso revistas populares, y la televisión (noticias, telenovelas)», mientras que el doctor Odón Betanzos Palacios, presidente de la Academia Norteamericana de la Lengua en Nueva York, profesor y escritor, opina que el aporte del periodismo hispano es grande. «De muchas formas dice es mantener viva y diaria una lengua, que no es poco. Es acercarse al hablante en la lengua heredada y materna».

Son menos los que consideran que el periodismo hispano en Estados Unidos ha contribuido al enriquecimiento de la lengua (4), entre ellos la profesora Doris Sommer, de Harvard, para quien específicamente la radio «sigue siendo un medio 'inmediato' de enriquecimiento lingüístico, por lo menos en la parte este de los Estados Unidos», y el profesor Andrés Avellaneda, de la Universidad de la Florida, para quien «el aporte de los medios ha enriquecido el uso de la lengua, sobre todo la televisión en español». Por su parte el doctor Jaime Pellicer, del Hunter College en Nueva York, hace la salvedad de que si bien «el periodismo hispano difunde eficazmente la lengua española, es muy poco lo que aportan estos medios de comunicación» al enriquecimiento del idioma.

Si bien varios profesores de los cuatro sectores geográficos llamaron la atención sobre lo que consideran una preparación deficiente de los periodistas de muchos medios (diez respuestas que representan el 33 por ciento), los consultados de los sectores NE, SE y O manifestaron una opinión mayoritariamente positiva sobre los medios de comunicación hispanos, mientras que los profesores del sector ME tuvieron tantas respuestas positivas como negativas, y fueron el único sector en que ninguno de los consultados consideró que el periodismo contribuía a enriquecer la lengua.

Dos profesores del sector ME manifestaron las opiniones más duras sobre el periodismo hispano. El profesor Jaime Giordano, de la Universidad Estatal de Ohio, dice que «por ahora lo único positivo que veo en la prensa hispana de los Estados Unidos se debe al interés de la prensa latinoamericana de ocupar estos mercados; la prensa originada acá espontáneamente compite en desigualdad de condiciones con la venida de afuera. Hasta el caso chabacano de Don Francisco», escribe aludiendo al programa de entretenimientos de ese animador, «puede ser positivo en cuanto que la mediocridad local puede, por lo menos, ponerse a la altura de la mediocridad televisiva chilena».

No menos severa es la profesora Carmen Rita Rabell, de la Universidad de Pittsburgh. «Me parece que la prensa y televisión hispana en USA es de tal mediocridad que, en realidad, empobrece la imagen del hispano en este país», afirma, y agrega que si del periodismo hispano dependiera el futuro del español, prefieron decir con Darío: «¡y tantos millones de personas hablaremos inglés!»

Aun con las limitaciones que ven en el periodismo, algunos de los profesores coincidieron en señalar la importancia que le asignan para contribuir a afirmar la lengua española en un país donde el idioma mayoritario es el inglés. De los siete que expresaron esta opinión [26,66 por ciento], cuatro hicieron hincapié en el aspecto lingüístico.

El profesor Mario Santana, de la Universidad de Chicago, cree que «la presencia de medios de comunicación hispanos en la sociedad norteamericana constituye uno de los elementos más importantes de la normalización de la lengua española en el país». Esa presencia y ese aporte contribuyen por una parte a que el español «se esté convirtiendo en una lengua nacional más, y por otra a establecer una norma del español en su variante 'norteamericana'».

Tres especialistas de la sección O también destacan el aporte lingüístico de los medios de comunicación hispanos.

La profesora Erlinda Gonzáles-Berry, Directora del Departamento de Español y Portugués en la Universidad de Nuevo México, sostiene que los medios de comunicación «contribuyen aportes importantísimos en la legitimización y el desarrollo de la lengua» española que históricamente ha estado subordinada y en muchos casos estigmatizada en Estados Unidos.

Su colega Laura Gutiérrez Spencer, de la Universidad de Nevada, afirma que además de contribuir a que los hispanos nativos de los Estados Unidos mantengan su español, los medios hispanos ayudan «a tomar conciencia de los registros formales de la lengua».

Y Rima Gretchen Rothe Vallbona, profesora emérita de la Universidad de St. Thomas, en Houston, Texas, y laureada escritora, dice que los medios de comunicación «han concienzado a los que nacieron en estas tierras del sur sobre la importancia de nuestra lengua y la necesidad de romper los moldes monolingüísticos de los estadounidenses».

Por otra parte la profesora Florencia Cortés Conde, de la Universidad de Florida, encuentra que los medios de comunicación dan a los hablantes de español «una posibilidad de crear una imagen propia». Afirma que esos medios «son importantes no sólo porque difunden la lengua, sino porque con la lengua difunden la cultura. Me refiero no sólo a la bien poderada 'alta cultura', sino al punto de vista y la visión del mundo que cada uno de nosotros tiene como participante de un grupo determinado».

«Los medios de comunicación, advierte el profesor Josep Rota, de la Universidad de Ohio, contribuyen a la construcción social de la realidad, a la percepción que las personas tenemos de la realidad», y si los medios dominantes presentan una realidad de valores norteamericanos anglófonos, esa imagen dominará. Agrega que precisamente por eso, la difusión del español por los medios de comunicación masiva puede representar una posibilidad de mantener vigente el idioma y la cultura hispanas.

Finalmente para el profesor Eduardo Elias, de la Universidad de Utah, «lo que aportan los medios modernos de comunicación instantánea es una mejor manera de difundir el español a través de EE. UU. Permiten que todos los hispanohablantes en USA se enteren de dónde nos encontramos, de que somos numerosos y merecemos comunicarnos en nuestra propia lengua. Los medios aportan el vehículo, a medida que los poderes imperialistas y etnocentristas conceden la posibilidad de incluir segmentos en español».

La opinión del profesor Elias no es la única que alude a los problemas políticos que enfrenta en Estados Unidos la lengua española minoritaria, subalterna, muchas veces reprimida y ridiculizada, y sus hablantes. Así lo hicieron seis de los consultados [20 por ciento], con la única excepción de los del sector SE.

Tanto el profesor Tom Stephens, de la Universidad Estatal Rutgers de Nueva Jersey, como el doctor Betanzos Palacios, titular de la Academia de la Lengua Española, mencionan el English Only, ese movimiento de sectores en Estados Unidos que quieren oficializar el inglés como idioma oficial y único, que muchos hispanos consideran amenazante y discriminatorio y al que, por lo tanto, se oponen tenazmente.

Mientras el primero considera que «el ataque de los grupos que promueven 'sólo inglés' y los nuevos ímpetus gubernamentales para controlar la inmigración a los EE. UU. va a llegar la hora en que todo hispanohablante tendrá que repensar sus actitudes lingüísticas», el doctor Betanzos Palacios opina que «el English only tiene un marcado carácter político: la certeza de que la fuerza del hispanohablante desplazará a los que gobiernan en aquellas zonas y ciudades donde el hispanohablante se acerca a la mayoría y vota».

Para la profesora Dolores Koch, ex profesora del Lehman College en Nueva York, los medios de comunicación reflejan un clima político adverso que afecta a los hispanos.

«Aunque Gloria Estefan y hasta cierto punto Selena se han convertido en figuras nacionales —escribe—, la imagen que se presenta en los medios modernos de comunicación no es de integración sino de separatismo, de acuerdo con el clima político negativo del momento». Pero advierte que como «no queda ninguna duda de que el español is here to stay, la reconquista cultural está encaminada. Parece haber más incentivo para la comunidad hispana en mantener su propia cultura que en integrarse. Esta polaridad está operando en todos los grupos étnicos y es lo considerado correcto políticamente».

Para los consultados del sector O, en particular, la afirmación de la propia identidad, cultura e idioma a la que aportan los medios de comunicación ha sido una lucha constante a varios niveles, no solamente contra el mundo anglófono, cultura y poder político dominantes, sino también contra otros factores negativos que no enfrentan los hispanohablantes de otras procedencias en otros sectores geográficos.

Muchos de ellos, que esgrimen orgullosamente su condición de chicanos, norteamericanos de ascendencia mexicana, dicen que además de enfrentar la represión de los anglos han tenido que padecer el menosprecio de otros mexicanos y de los mismos hispanoamericanos.

La profesora Roberta Fernández, de la Universidad de Houston, en Texas, afirma que durante décadas los mexicanos se han referido a los mexicoamericanos como pochos, «una frase de desdén, que significa a alguien que ha perdido la lengua y la cultura mexicana». Y su colega Gutiérrez Spencer, de la Universidad de Nevada, considera «ridículo que los latinoamericanos se burlen de nuestra lengua cuando algunos de nosotros nos hemos esforzado por mantener el uso de la lengua a pesar de la mucha presión que hay en contra de ello».

¿Es válido afirmar, como dice la profesora Gonzáles-Berry, de la Universidad de Nuevo México, que es importante la tarea del periodismo para mantener en Estados Unidos el español, «lengua subordinada y en muchos casos estigmatizada?» Dejemos la respuesta a la escritora y profesora emérita Vallbona, de la Universidad de St. Thomas en Houston, Texas. Cuenta que hasta hace poco, algunos de sus alumnos, procedentes de Corpus Christi, San Antonio y Laredo, «me contaron que en sus respectivas escuelas se les había prohibido hablar español hasta durante los recreos; si se les pillaba hablándolo, los castigaban sin misericordia». Y agrega que «a mis hijos, que son rubios y de tez y ojos claros, de pequeños los llamaban dirty mexicans porque hablaban español».

En esta consulta a nivel nacional sobre los medios de comunicación y la lengua española, muchos de los profesores aludieron a dos factores determinantes vinculados entre sí: por una parte la inmigración de un elevado número de hispanoablantes a Estados Unidos que aumenta considerablemente su número y que según proyecciones demográficas llevará a que en un futuro cercano los hispanos desplacen a los afroamericanos como primera minoría, y por otra su consiguiente mayor atractivo como mercado.

De los 30 consultados, nueve [30 por ciento] en todos los sectores geográficos aludieron al factor de la inmigración, y ocho [26,66 por ciento] de todos los sectores excepto el SE mencionaron el factor económico.

El profesor Jorge Marcone, de la Universidad Estatal Rutgers en Nueva Jersey, sintetizó la vinculación entre ambos. El profesor Marcone, para quien los medios de comunicación aportan muy poco a la difusión de la lengua española en Estados Unidos, cree que «más ha contribuido a la difusión del español, fuera de la inmigración misma, la globalización de la economía». Y agrega que «el futuro de la lengua no depende de la influencia de este periodismo sino al revés: el futuro del periodismo hispano está en manos de las vicisitudes de la inmigración y/o de la globalización».

Mientras la profesora Koch destaca el poder económico del grupo hispano en Estados Unidos, el profesor McDuffie, de la Universidad de Pittsburgh, ve «un futuro importante para la lengua española en torno al periodismo hispano si sigue inmigrando una cantidad importante de hispanoparlantes». Si alguna vez deja de ser así, advierte, «eventualmente el proceso de asimilación podría amenazar el vigor del periodismo hispano».

Algunos de los consultados no ven precisamente a los medios de comunicación hispanos como voceros ni aliados de su público.

El profesor Giordano, de la Universidad Estatal de Ohio, afirma que «hay un notorio aumento del mercado hispano al cual ha respondido un enorme interés de la prensa por explotarlo». Y la profesora Paloma Borreguero, de la Universidad de Washington, opina que «seguramente con el crecimiento de la población hispana en este país se incrementará la influencia del idioma. En cuanto al aporte específico del periodismo, siendo un medio comercial, no dejará de aprovecharse de los nuevos consumidores hispanohablantes».

Si bien el profesor Saúl Sosnowski, de la Universidad de Maryland, cree los medios modernos de comunicación contribuyen al enriquecimiento y difusión del español en Estados Unidos, opina que es aun más decisivo el peso de los cambios demográficos. «La clave está en el aumento de la población de origen hispano y lo que ello conlleva en los cambios de hábitos y gustos de la población estadounidense, desde la mayor circulación de literatura y arte latinoamericano, música, y el hecho de que se consume más salsa que ketchup desde hace ya varios años».

El periodismo hispano en Estados Unidos tendrá sobre todo la responsabilidad de preservar el idioma, según opinó el mayor número de consultados [diez, 33,33 por ciento] de los cuatro sectores geográficos cuando se les preguntó sobre el futuro del periodismo y la lengua. También le asignaron la tarea de mantener nexos entre los hispanos dentro y fuera de Estados Unidos [tres, 10 por ciento], proporcionar modelos a la comunidad [tres, 10 por ciento], promover la educación y alfabetización [tres, 10 por ciento] y contribuir a la identidad hispana [dos, 6,66 por ciento].

Para el profesor Federico Varona, de la Universidad Estatal de California, el papel del periodismo consiste en «mantener y consagrar un español estandarizado, ya que el periodismo oficializa la evolución de la lengua».

La profesora Cortés Conde, de la Universidad de Florida, cree que «el aporte del periodismo en los Estados Unidos va a ser darles a los hablantes de español en este país la posibilidad de ver, recibir y transmitir la compleja experiencia de vivir en los Estados Unidos y mantener una identidad cultural conectada con un pasado hispano».

«La influencia del periodismo es inmensa», dice la profesora María Cristina C. Mabrey, de la Universidad de Carolina del Sur. «Son precisamente los periodistas los que tienen en sus manos, ya que llegan a un público más general que los académicos, el propagar una unidad lingüística».

El profesor Giordano, de la Universidad Estatal de Ohio, sostiene que la prensa deberá «globalizarse, en un sentido hispano, y actuar al lado de la de España y Latinoamérica; no tratar de crear guetos regionalistas los que, generalmente, responden a intereses particulares».

Y la profesora emérita Vallbona, de la Universidad de St. Thomas en Houston, Texas, considera que los medios de comunicación tienen «una auténtica misión educativa», aunque aclara que habría que empezar educando a los mismos periodistas que a veces incurren en una «carnicería gramatical y sintáctica».

Finalmente, para el profesor Stephens, de la Universidad Estatal Rutgers de Nueva Jersey, la contribución del periodismo hispano trasciende el mero hecho lingüístico. Afirma que los medios de comunicación «pueden ayudar con el futuro del español norteamericano porque constan de la habilidad de difundir la información apropiada e incitar una resistencia a la represión de sus derechos civiles, el más básico de los cuales es el de expresarse en el idioma que escoja el interlocutor.