Terrorismo lingüístico Jacobo Morales
Actor, escritor y cineasta

Nos complace mucho haber sido invitados a participar en este importante evento y a formar parte del panel titulado Creación cinematográfica y escénica. Recuerdo que lo primero que le comenté a mi esposa fue: «Blanca, creo que eso está bien cool». «Pero piensa también en la cantidad de compromisos que tenemos», repuso ella. Muy al caso su comentario porque siempre hemos tratado de evitar hacer las cosas a medias y con prisa. Por eso dediqué gran parte del pasado wikén a escribir estas notas. Al finalizar el primer draft, la primera persona en leerlo fue ella, como de costumbre. «¿Qué te parece?», le pregunté. «Está chilling», me contestó.

Imagino la expresión de mi papá, don Jacobo, si nos estuviera viendo y escuchando en este momento. Habría desaparecido su sonrisa habitual y estaría muy pendiente de cómo yo habría de continuar con esta exposición, porque además de caracterizarlo su sentido del humor, era muy riguroso en lo que respecta al buen uso de nuestro idioma. No era necesariamente puritano en ese sentido, pero sí tomaba muy en serio la corrección idiomática, tanto en la expresión escrita como verbal.

Fue don Jaco la principal influencia durante mis primeros intentos en el campo de la escritura. Recuerdo que ponía mucho énfasis en la naturalidad, en la fluidez…, lo cual me resultaba aplicable tanto a la escritura como a la actuación.

Comencé muy temprano en esas lides, a los catorce años, y al poco tiempo empecé a tomar conciencia de que el español habría de ser el principal recurso para plasmar mis expresiones artísticas. «Le brinda sonido a mis pensamientos, vías para manifestar en palabras lo que imagino…». Concluí que mientras más a fondo lo conociera, más se ampliarían mis posibilidades de comunicar emociones, desarrollar personajes, argumentos, escribir poemas que testimoniaran vivencias, como…

Contigo
¿Que cuánto te quiero?
¿Describirlo en palabras?
No hay más remedio que usarlas
cuando silencio y nostalgia
se convierten en poesía.
Te quiero… ¿más que a mi vida?
Pues sí, porque tranquilo negociaría
el adelanto de mi partida,
a cambio de que permanezcas
recibiendo a las mañanas
con tu adorable sonrisa;
esa que me acompaña
cuando no estoy a tu lado
y la noche se avecina,
y también cuando contemplo
fotos de pasados tiempos,
y cuando escucho boleros
que me hacen recordar
las primeras cercanías
de tu cuerpo.
Cuántas vueltas desde entonces
ha dado el planeta,
y yo contigo,
y haciendo lo que nos gusta,
y con nietos, y con hijos,
y con anhelos de vuelo
y ansias de espacio y camino;
pero contigo,
cuando llueve y cuando escampa,
amanece y oscurece
y cuando estamos dormidos.

Y luego llegué al convencimiento de algo fundamental: el español está estrechamente vinculado a mi identidad, a lo que soy, a nuestra cultura; como también ha sido uno de los principales escollos para los que pretenden transculturizarnos.

No puedo evitar acordarme de la época en que se dispuso que todas las clases en las escuelas públicas del país fueran impartidas en inglés. Sobre esto abundo en un programa de televisión que iniciamos recientemente, Historias y memorias, en el que también he incluido experiencias importantes en mi vida estrechamente relacionadas con el inglés, como lo fueron mis participaciones como actor en varias películas estadounidenses. En una de estas, The Effects of Magic, tuve la oportunidad de participar con un distinguido actor británico, Peter Dennis. Lo traigo a colación porque Peter era un amante de la poesía y admirador de Pablo Neruda. En varias ocasiones trajo consigo al rodaje un libro de Neruda, en el que los poemas incluidos aparecían además traducidos al inglés. En las pausas durante la filmación, Peter me pedía que luego de que él leyera la versión del poema en inglés, yo dijera el poema en español. Recuerdo que un día me dijo: «Es que además de que Neruda me gusta mucho, el español suena tan bello…».

Considero que las nuevas formas que muchos están utilizando en las redes sociales para comunicarse en nuestra lengua vernácula son actos de terrorismo lingüístico, a los que tenemos que enfrentarle una contraofensiva educativa.

Acepto que las lenguas se renuevan, y que no es la academia la que determina finalmente cuales son las nuevas voces que serán incorporadas a nuestro idioma, sino el uso reiterado de estas por la mayoría de los hablantes, quienes, en la mayoría de los casos, antes que involucrarse en debates y discusiones sobre dicho tema, preferirán irse a «parisiar», que no significa pasear por París, o a «hanguear», que tampoco tiene que ver con la acción de colgar algo.

La verdad es que con los modismos del español boricua, los anglicismos y los barbarismos que proliferan cada día más, se podría escribir un Stand Up Comedy. O sea, una «comedia de pie». Bueno, monólogo humorístico.

Por lo demás ha sido un honor participar en este importante evento. Nuestra felicitación a los organizadores, y un saludo afectuoso a los distinguidos visitantes. La cultura es la columna principal de nuestra nacionalidad, y todo acto a favor de su fortalecimiento y difusión merece nuestro decidido respaldo. Gracias.