Espanglish y españoles: reflejos en novelas María Dueñas
(España)

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Resumen

Desde mi perspectiva de novelista, explico y ejemplifico diversos casos de experiencias interculturales e hibridación lingüística tratados en mis obras. En ellos, el español y el inglés entran en contacto generando a menudo circunstancias y mestizajes altamente interesantes.

 

La definición actual de «espanglish» en el Diccionario de la lengua española es ‘modalidad del habla de algunos grupos hispanos de los Estados Unidos en la que se mezclan elementos léxicos y gramaticales del español y del inglés’.

Sobrentendemos pues que el objetivo prioritario de este panel es tratar el uso del espanglish en la literatura escrita y publicada en América, algo que dominan las escritoras Ana Castillo y Giannina Braschi, partícipes en el panel igualmente.

A diferencia de ellas, yo no puedo hablar desde una vertiente de usuaria del espanglish en mis obras, aunque sí desde un ángulo complementario: como narradora que observa y emula la vida, y construye ficciones en las que se mezclan personajes, tanto imaginados como reales, con coyunturas que a menudo cruzan tiempos, fronteras y lenguas, generando formas diversas de mestizaje.

Desde esta perspectiva de novelista, he mostrado de forma recurrente mi interés por el español, lo español y lo hispano en Estados Unidos; por los viajes, tornaviajes, migraciones y exilios de sus gentes, y sus diversas maneras de afrontar el desarraigo y de comunicarse. Al hilo de todo ello, exploro asimismo diversas vertientes del espanglish.

Para comentarles la forma en que lo he hecho, voy a presentar algunos ejemplos de mi obra Las hijas del Capitán, publicada por la editorial Planeta en 2018. Argumentalmente tiene unas protagonistas bien identificadas: tres hermanas malagueñas inmigrantes en el Nueva York de los años 30. Sin embargo, los protagonistas emocionales son un colectivo mucho más amplio: aquellos españoles que emigraron a los Estados Unidos en las primeras décadas del siglo XX, movidos por razones puramente económicas.

Entre las páginas de esta novela intento reflejar dos modos, que en realidad son más bien dos fases, de abordar el proceso de su adaptación lingüística. Por un lado, recojo el discurso de algunos personajes de origen español que ya están integrados porque llevan largo tiempo en el país o porque pertenecen a una segunda generación de inmigrantes. Como consecuencia de ello, se desenvuelven con fluidez en ambas lenguas y las mezclan a menudo, algo que demuestran con constantes cambios o alteraciones del código conversacional; digamos que usarían un espanglish más avanzado. Es el caso de Sor Lito, una monja abogada, hija de madre canaria, que se expresará así:

¿Se les comió la lengua el gato, or what?

Blessed Mary Mother of God, gallega, pero ¿es que siempre tienes que aparecer a las horas más intempestivas?

(2018: 113 y ss.)

Tenemos asimismo el caso de Marita Reid, una madura artista gibraltareña emigrada en su juventud desde la península con una compañía de espectáculos, a quien atribuyo intervenciones como:

So let’s go, vamos a lo nuestro...

Pero las cosas están cambiando (...) Oh, my God si están cambiando... (...) So, to make a long story short, lo que pretendo es ganar lo suficiente como para asegurarme una vejez digna (...)

(2018: 18 y ss.)

Y habrá también personajes como Tony Carreño, de origen cubano/español y procedente del universo tabaquero de Tampa, Florida, quien dirá frases como:

Come on, ladies; cinco minutos y volamos

(2018: 392)

Por otro lado, no obstante, la novela intenta reflejar también los esfuerzos de muchos inmigrantes españoles recién llegados, inmersos en la tortuosa experiencia de dar sus primeros pasos en el uso de una lengua ajena, para lo cual se esfuerzan de forma casi siempre individual y meramente intuitiva, con transferencias léxicas espontáneas y resultados a menudo insuficientes o desacertados. Así lo veremos, por ejemplo, cuando dos de las hermanas protagonistas, Mona y Luz Arenas, acuden a un hotel de lujo frente a Central Park en busca de un ilustre huésped, el conde de Covadonga, hijo del rey Alfonso XIII (2018: 371 y ss.):

En un inglés paupérrimo y apoyándose en aparatosos movimientos de manos, la mediana de las Arenas le indicó (al conserje) que pretendían preguntar por el número de habitación de one friend.

—Ladies, please...— repitió el individuo con voz sorda. Y para que no les quedara duda (...), les señaló la salida (...) Pero Mona no estaba dispuesta a desistir, todo lo contrario: aumentó los aspavientos, elevó la voz.

—Que venimos here para ver a one friend!— insistió en su inglés calamitoso.

(...) La tensión crecía, Luz se sumó a la gresca en defensa de su hermana, las explicaciones zarrapastrosas de ambas siguieron rompiendo la exquisita placidez del ambiente.

—One friend!— gritó Luz.

—One conde! —gritó Mona. —One person very important in España is waiting for nosotras!

Como imaginarán, la escena no termina bien:

Intimidadas por tres tipos que les doblaban el peso y les sacaban media cabeza, apenas un minuto después estaban fuera. Rabiosas, humilladas y confusas. En la puñetera calle. Otra vez.

Mi pretensión con esta y algunas otras escenas, en definitiva, es reflejar de una manera ficcionada, simple pero elocuente, cómo empieza a generarse esa especie de espanglish espontáneo y efímero en unas inmigrantes españolas monolingües y carentes de formación que, sobre la estructura gramatical de su español nativo, intercalan léxico y expresiones idiomáticas del inglés con el objetivo de hacerse comprender, aunque no lo logren siempre, o solo lo hagan a medias, de forma incompleta y defectuosa. Se trataría en estos caso es un primitivísimo espanglish usado como mero salvavidas para su supervivencia.

En mi literatura hay, asimismo, algunas otras referencias a contextos de convivencia del español y el inglés en los que se generan con frecuencia hibridaciones. Misión Olvido (Temas de Hoy, 2012), por ejemplo, es una novela que tiende igualmente puentes entre España, Estados Unidos y nuestras dos lenguas. Hablo en ella de la presencia del español en California antes de ser integrada en los Estados Unidos; hablo de los exiliados españoles que, tras la Guerra Civil, fueron acogidos por universidades norteamericanas y nutrieron con su talento y trabajo el hispanismo académico. Y, desde la perspectiva geográfica y social de España, me adentro asimismo en la cercanía de lo español y lo estadounidense, el castellano y el inglés americano, en entornos de cercanía como las bases militares que se establecieron en nuestro país en los años 50, algunas de las cuales siguen aún operativas, como es el caso de la cercana de Rota (Cádiz).

Desde esta licencia que me concedo para expandir el ámbito conceptual y geográfico del espanglish, de forma muy breve, permítanme compartir algunas referencias a otras particulares formas similares de contacto e hibridación lingüística dentro de mis novelas. En El tiempo entre costuras (Temas de Hoy, 2009), por ejemplo, recreo el idiolecto propio de los ingleses afincados en España y el norte de África en tiempos de la Segunda Guerra Mundial. En La templanza (Planeta, 2015), una novela muy vinculada a la provincia de Cádiz, rememoro la tradicional presencia británica en el comercio vinatero y las bodegas de Jerez; un universo en el que constantemente se usaban calcos y préstamos del inglés que en ocasiones llevaban incluso a construir una especie de variedad especializada, con un léxico propio.

Finalmente, no puedo terminar sin hacer una breve mención a otra particular modalidad de este concepto flexible de mestizaje, algo que menciono en mi última novela, Sira (Planeta, 2021). Me refiero a Gibraltar, donde se da un fenómeno de bilingüismo inglés-español que ha generado una particular variedad lingüística conocida como «llanito». Con un patrón muy similar al espanglish de los hispanos en Estados Unidos, se caracteriza por una fluida y constante alternancia de código entre las dos lenguas, con la particularidad de que las variedades usadas son el dialecto andaluz y el inglés británico. Algunas escenas de mi novela transcurren en Gibraltar, y en ellas reflejo esta idiosincrasia con algún guiño discursivo. Están hablando, por ejemplo, de las emisiones de Gibraltar Radio, vinculadas a la BBC, y Sira adopa en cierta manera la forma de hablar local y acaba preguntando:

¿Emisora? Station? ¿Qué emisora? What station?

(2021: 357)

El fenómeno, como han visto, es apasionante, tanto en el espanglish propiamente americano, como en otras múltiples variedades que fusionan segmentos de ambas lenguas. Porque así nos comunicamos, recurriendo a lo que los códigos y las necesidades nos ponen por delante. Y así lo intento reflejar yo en mi literatura.