La lengua castellana y el guaraní en Paraguay. Un mestizaje de cinco siglos de vida Domingo A. Aguilera Jiménez
Fundación Tapé Avirú (Paraguay)

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Resumen

El bilingüismo nacional del Paraguay, donde el guaraní y el castellano -dos lenguas desemejantes en origen, evolución y funcionalidad- llevan conviviendo desde hace casi cinco siglos, se ha caracterizado principalmente porque la lengua indígena pasó a ser hablada por una sociedad no indígena, la paraguaya, donde las dos culturas se han fusionado indisolublemente, en una experiencia de gran riqueza antropológica y lingüística. En el presente artículo presentamos un resumen del contexto histórico general donde se sitúa el fenómeno, y luego centramos el análisis en la influencia mutua entre las dos lenguas a nivel léxico, resaltando algunos mecanismos de incorporación que cada una aplica según su naturaleza.

Presentación

En primer lugar, quisiera expresar mi agradecimiento a las instituciones organizadoras de este magno evento, la Real Academia Española, la Asociación de Academias de la Lengua Española, y el Instituto Cervantes, por la honrosa distinción de haberme invitado a participar de este panel, de «Las lenguas originarias de América del Sur y el español», y poder presentar ante ustedes un breve muestrario de la integración de las dos culturas principales que dieron origen a la nación paraguaya, la hispánica y la guaraní, testimoniada en un bilingüismo que ya lleva casi cinco siglos de historia.

El proceso de este mestizaje se inició, más o menos al mismo tiempo que en las demás regiones del Nuevo Mundo, con la conquista y colonización de los pueblos indígenas guaraníes por la corona española, y en este contexto, el colectivo paraguayo no se diferenciaría culturalmente del resto de los pueblos colonizados, si no fuera por el bilingüismo característico de su gente, fenómeno presente en la comunicación diaria de la mayor parte de la población hasta hoy. Desde las primeras crónicas referidas a la formación del país se ha dejado testimonio del hecho, como el que se lee en los registros del viaje y la llegada, en 1542, del gobernador español Alvar Núñez Cabeza de Vaca y su comitiva, al fuerte Nuestra Señora de la Asunción —hoy la capital del país—, fundado apenas cinco años antes, en 1537. El cronista describía a los indígenas de los alrededores de Asunción con estas palabras:

(...) en señal de paz y amor alzaban las manos en alto, y en su lenguaje, y muchos en el nuestro, decían que fuesen bien venidos al gobernador y su gente, y por el camino mostrándose grandes familiares y conversables, como si fueran naturales suyos, nascidos y criados en España.

(Núñez Cabeza de Vaca, 1922: 188-189)

De esta forma, se documentaba un bilingüismo paraguayo in statu nascendi, eminentemente oral, que en adelante sería el sello de una población mestiza cada vez más numerosa, y que en su devenir afectará profundamente a ambas lenguas, en todos los aspectos gramaticales y sociolingüísticos.

Este guaraní de los «criollos» y sus descendientes se alejaba gradualmente de la variedad precolonial que hablaron los carios de la ribera del río Paraguay a la llegada de los primeros conquistadores españoles, tanto en el sonido, como en el léxico y la estructura, y algo más sutil, en la base cultural misma de la lengua, donde permeaba cada vez con mayor fuerza la cultura de los colonizadores. Así, la lengua indígena, constantemente hispanizada, se fue adaptando a una población no indígena, rasgo señalado por los especialistas como distintivo mayor de la sociolingüística paraguaya, en comparación con las demás poblaciones coloniales, en las que el uso de las lenguas indígenas se fue desmarcando de las poblaciones coloniales, hasta adscribirse exclusivamente a las comunidades indígenas (Melià 1988a: 240; 2018).

El acceso de la lengua guaraní a la escritura, un sistema de representación gráfica capaz de reproducir con precisión su sistema fonético tradicional, fue una conquista -quizá la más trascendental para la cultura indígena en todo el proceso colonial-, que cambió irrevocablemente su historia. El desarrollo escrito del guaraní fue una tarea llevada a cabo por los padres misioneros, quienes, al igual como ocurría en los distintos enclaves de la colonización española, comenzaron a estudiar la lengua aborigen desde los primeros contactos con estas culturas, como estrategia para la tarea de evangelización que traían como misión, y posteriormente crear las reducciones, poblados destinados exclusivamente para los neófitos indígenas. En estos recintos los religiosos trabajaron en profundidad la lengua guaraní, siempre con participación de los nativos, y crearon una variedad altamente normatizada, que se estableció como lengua única en las misiones. Conocido académicamente como «guaraní clásico» —muy diferente al guaraní hablado por los colonos y sus descendientes—, es la variedad en la que se comunicaron los indígenas de las misiones y los sacerdotes, y en ella se produjeron documentos escritos durante más de 150 años. El corpus resultante es considerado el mayor producido en la lengua guaraní durante la colonia, y, en cierto modo, hasta la actualidad. Para el efecto, estos pioneros llegaron a asumir funciones de una academia de la lengua, si bien no declarada formalmente, y además adelantaron en varios siglos algunas disciplinas que serían enunciadas en la lingüística moderna reciente, como la planificación lingüística o la neología, trabajos que, con la misma sistematicidad y proyección, no volverán a producirse en la lengua indígena.

Algunos hechos sociolingüísticos y extralingüísticos en torno al bilingüismo paraguayo

El bilingüismo nacional de Paraguay ha llamado la atención de observadores y estudiosos de distintas épocas, sobre todo por la cuestión de cómo la lengua guaraní no solo ha logrado sobrevivir a la colonia, sino que ha sido adoptada en ella como lengua habitual de la mayoría, convirtiéndose el país prácticamente en monolingüe en esta lengua hasta tiempos relativamente recientes. Algunos hechos históricos se han planteado en el momento de analizar las causales de esta situación, siendo uno de ellos el bajo número de colonos españoles destinados en cada enclave de la antigua provincia del Paraguay, lo cual reduce, por una cuestión natural, la posibilidad de que la lengua de los colonizadores se expandiera con rapidez entre los colonizados. En el mismo sentido, se ha señalado el aislamiento geográfico de la provincia, con relación a sus vecinos y a la misma Metrópoli, acentuado por la escasez de centros económicos de interés para la economía de la época en su territorio, con lo que se dificultaba un intercambio cultural fluido con las demás provincias, así como la formación de élites culturales con la suficiente capacidad para difundir la cultura y lengua de los conquistadores. En este estado social, la diglosia se ha señalado regularmente en los estudios académicos como rasgo distintivo del bilingüismo paraguayo, donde el castellano se emplea para la administración pública, los negocios formales, la comunicación escrita, y el guaraní, destinado a las áreas de comunicación menos formales (Malmberg, 1947; Granda, 1994).

Otro factor importante para la conservación histórica del guaraní, sobre todo en el ámbito familiar, fueron las políticas de inclusión dispensadas por el gobernador vasco-español Domingo Martínez de Irala (1506-1556) hacia la lengua local. Irala fue gobernador del Paraguay durante dieciséis años, en distintos periodos, desde la fundación de Asunción, hasta su fallecimiento, y considerado «padre del Paraguay». En un estudio de investigación académico reciente se ha podido comprobar que, efectivamente, Irala, quien era bilingüe vasco-castellano y, por tanto, con una sensibilidad hacia la lengua aborigen, al casar a sus capitanes con las mujeres indígenas guaraníes, favoreció el uso del guaraní como lengua materna entre sus gobernados, una tradición que ha perdurado (Elkoroberezibar, 2006; Real Academia de la Historia, 2018).

En el trasvase cultural y lingüístico que se ha dado continuamente entre las dos lenguas, en una especie de simbiosis, el guaraní ha llegado a incorporar elementos de la narrativa popular oral del español, en boga casi en la misma época en la Península y en las otras provincias americanas. En efecto, la lengua indígena ha versionado cuentos como los famosos de Pedro de Urdemalas, personaje que, según algún analista, fue gravitante en el surgimiento del género picaresco de la literatura española (Redondo, 1989). Esta figura, que, en el imaginario colectivo paraguayo, no obstante, es percibido como un arquetipo de la picardía local, posee gran cantidad de cuentos populares en guaraní, que en la mayoría de los casos coinciden básicamente con las versiones conocidas en español en países vecinos como Chile, donde se publicó una recopilación temprana de las andanzas del personaje en tierras americanas (Laval, 1925). Por otra parte, en la literatura paraguaya en español el personaje pasará a conocerse bajo su nombre adaptado en guaraní, Perurimá, y muy posteriormente será redescubierto por su nombre original en español; las recopilaciones existentes en castellano han sido traducciones del guaraní.

Del mismo modo, existen otras transferencias culturales complejas hacia la lengua guaraní, como en el campo de las creencias populares, la paremiología, la poesía o el canto popular, los chistes, el folclore material, entre otros ámbitos, que pueden ofrecer elementos esclarecedores en la medida en que sean sometidos a estudios de mayor rigurosidad (Carvalho Neto, 1961).

Las influencias recíprocas a nivel léxico. Del castellano al guaraní

Como ya hemos indicado, en las misiones religiosas los sacerdotes trabajaron la creación de propuestas neológicas desde dentro de la lengua guaraní, siempre bajo la influencia del castellano, es decir, teniendo como modelo los términos originales existentes en español, principalmente en el campo de la fe. Este proceso se caracterizó por la conjunción de elementos culturales provenientes tanto de la cultura hispánica como de la indígena, y se llegó a considerar la experiencia como un ámbito de creación de un nuevo lenguaje (Melià, 1969). Quizá lo más simbólico de este sincretismo fue la acuñación de las palabras para designar el dios cristiano y su madre, la Virgen María, como Tupã y Tupãsy (‘madre de Tupã), respectivamente. Como se ha podido comprobar en los estudios antropológicos contemporáneos, Tupã designa a uno de los dioses menores de la cosmogonía guaraní indígena, muy cercano con su madre Ñandesy (‘nuestra madre’) (Nimuendaju-Únkel, 1978; Cadogan, 1959].

Esta variedad normatizada del guaraní, sin embargo, no sobrevivió mucho tiempo a la expulsión de los jesuitas en 1767, y fue absorbida poco a poco por la otra variedad hablada por los colonos y sus descendientes, caracterizada por ser eminentemente oral y con fuerte influencia del castellano, que viene a ser la antecesora del guaraní paraguayo actual. Este dialecto, por efecto del contacto con el español, ha llegado a modificar paulatinamente su sistema fonético tradicional, incorporando varios fonemas nuevos, desconocidos en la variedad precolonial. En el guaraní antiguo no existían, por ejemplo, los fonemas de la b, d, f, l, ll, rr y z del español, que en los primeros préstamos fueron reemplazados por los equivalentes en la lengua indígena, o suprimidos, junto a otros mecanismos de adaptación que el guaraní aplicaba, como la adición o nasalización de vocales. La tendencia oxítona de las palabras en guaraní puede verse en préstamos como «señora» > señorá, «títere» > titeré, «mesa» > mesá; la supresión postónica, un acortamiento de las palabras por la sílaba tónica no final (aunque hay algunos que lo hacen en otras sílabas), en «invernizo» > inverní, «Antonia» > Antó, «mensual» o «mensualero» > mensú; la supresión de consonantes finales, con nasalización de la vocal en palabras terminadas en -n, en «azúcar» > asuka, «camión» > kamiõ, «almidón» > aramirõ. Estos recursos patrimoniales de la lengua, empero, no han sido constantes en la adopción de los préstamos. Gradualmente, con el avance del bilingüismo —acelerado en las últimas décadas— se han ido abandonando, y con su debilitamiento ganarán terreno los préstamos directos, es decir, sin adaptación de las formas en castellano, que son la mayoría de los que hoy día sigue incorporando el guaraní.

Las influencias recíprocas a nivel léxico. Del guaraní al castellano

La lengua castellana del Paraguay, por su parte, ha sido influenciada por la lengua guaraní en todos los aspectos lingüísticos. El campo léxico es donde ha sido más visible dicho influjo, registrándose numerosos guaranismos a lo largo del tiempo, que han sido reconocidos en el Diccionario oficial de la lengua española. Al hablar de guaranismos, por otro lado, hemos de reconocer que dichos préstamos no provienen solo del guaraní hablado en Paraguay, sino también de otras variedades de la familia Tupí-Guaraní, extendida en gran parte de América del Sur. En la lexicografía de la lengua española se cita el vocablo canoa como el primer préstamo de una lengua indígena en ser recogido en un diccionario español, que tendría origen arahuaco, grupo lingüístico con el que la familia Tupí-Guaraní presenta analogías en distintos aspectos, lo que cada vez más se señala como indicio de un contacto original común (Nebrija, 1495; Métraux, 1928].

A continuación, señalamos cómo el castellano ha adecuado, como lengua de flexión, algunas propiedades del guaraní, lengua de aglutinación.

La pausa glotal o pusó: La lengua guaraní posee un sonido oclusivo intervocálico —considerado una consonante en la gramática actual— que consiste en una pausa del sonido, que define su articulación, y se marca con el apóstrofo (’) (registrado en el Alfabeto Fonético Internacional como /ʔ/). En los préstamos en castellano se suprime el signo o se reemplaza por otro fonema, a veces se reduce la sílaba formada con él, cambiando de acento la palabra. Algunas incorporaciones bajo estas características son «cario, ria» < kari’o (guaraní), «cay» < ka’i (mono capuchino), «mandí» < mandi’i (especie de bagre), «yataí» < jata’i (planta de la familia de las Palmas).

En cuanto a las vocales, el guaraní posee seis vocales orales y seis nasales. Las cinco primeras orales coinciden con las del español; la sexta vocal oral es la gutural y (/ɨ/), y entre las nasales, la misma se nasaliza como (/ɨ̃/). Estas vocales propias del guaraní son reemplazadas en castellano por las correspondientes de la lengua. He aquí algunos ejemplos: «capicatí» < kapi’i katĩ (una planta ciperácea americana), «chajá < chahã (un ave zancuda), «curupay» < kurupa’y (un árbol de la familia de las Leguminosas), «irupé» < yrupẽ (victoria regia), «micuré» < mykurẽ (un marsupial americano), «ñacurutú» < ñakurutũ (un ave nocturna), «ñandutí» < ñandutĩ (un encaje blanco), «samuhú» < samu’ũ (palo borracho rosado), «sariá» < sarĩa (un ave zancuda), «tataré» < tatarẽ (un árbol de la familia de las leguminosas), «tipoi» < typói (una túnica larga), «tucán» < tukã (un ave americana trepadora), «ubajay» < yvahái (un árbol frutal), «urubú» < yryvu (zopilote), «vacaraí» < vakara’y (ternero nonato) (RAE-ASALE, 2022).

En cuanto a los cambios motivados por la flexión, como parte del proceso natural de los préstamos incorporados, el castellano aplica sobre ellos sus propiedades como lengua de flexión, con lo que los vocablos quedan definitivamente integrados a la lengua, con todas las posibilidades de uso. Este paradigma incluye la marcación propia que posee el español para el género, número, persona, tiempo, aspecto, modo y caso (RAE-ASALE, 2009: 21). En la lengua guaraní, cuya principal característica es la aglutinación, estas propiedades se marcan de acuerdo con los recursos derivados de esta tipología.

Consideraciones finales

La lengua guaraní del Paraguay es parte de la familia Tupí-Guaraní, donde en la actualidad se distinguen más de treinta variedades, habladas en distintas regiones del territorio sudamericano, en las respectivas comunidades indígenas. La variedad paraguaya, sin embargo, pasó a ser lengua colonial, primero, y lengua oficial en la actualidad, junto al castellano, con lo que se dio el único caso conocido en la historia colonial de las lenguas americanas donde un idioma indígena pasó a ser la lengua general de una sociedad no indígena.

El castellano y el guaraní han entrado en contacto desde el inicio mismo de la colonización española, compartiendo el mismo territorio y la misma sociedad, con una acentuada diglosia en su uso. En este contexto, en la interacción diaria de los paraguayos, se ha llegado a crear un sistema híbrido de comunicación, donde nada de un idioma es completamente ajeno al otro, y que, en su manifestación más marcada, puede llegar a fusionar aleatoriamente elementos de ambas lenguas en cada acto de habla.

La lengua guaraní, un idioma completamente desemejante del castellano, empleó sus propiedades patrimoniales en los primeros préstamos de esta lengua. Sin embargo, por efecto del contacto, con el tiempo llegó a cambiar su sistema de sonidos y estructura, incorporando varias formas del español. Tras la adaptación de aquellos primeros préstamos, el guaraní se ha ido acercando gradualmente al español.

Por su parte, el castellano hablado en Paraguay, igualmente, se ha visto modificado por el guaraní en todos los campos gramaticales. La lexicografía del español ha incorporado constantemente voces de las lenguas guaraníes, desde los primeros tiempos del contacto, con algunas adaptaciones como lengua de flexión. Las alteraciones a nivel estructural, atribuibles al contacto, han sido profundas en el castellano paraguayo, y han merecido amplios estudios académicos en las últimas décadas.

Finalmente, podemos concluir que, si bien el castellano, por su carácter de lengua hegemónica y universal, siempre mantendrá una forma estándar como norma para todos los usuarios, la contraparte guaraní queda en manos de las instituciones rectoras de la lengua, para favorecer el desarrollo de una comunicación moderna y eficaz en el idioma indígena, lo cual sin duda será un paso importante para que los hablantes puedan elegir en libertad cualquiera de las dos lenguas, que constituyen, de sí, un patrimonio invaluable para la cultura paraguaya, y un testimonio vivo de integración.

Abreviaturas

RAE: Real Academia Española

ASALE: Asociación de Academias de la Lengua Española

Bibliografía

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