Pasaje a 2050: notas sobre el mestizaje global y las infraestructuras urbanas en el siglo XXI José Enrique Ruiz-Domènec
Universidad Autónoma de Barcelona (España)

Imprimir

Para entrar en materia sobre el tema de la mesa redonda «mestizaje global e infraestructuras urbanas», me situaré dentro de lo que en mi opinión constituye una de las obligaciones del historiador de nuestro tiempo: fijar las líneas maestras del siglo XXI para orientar a quienes toman las decisiones económicas, políticas y sanitarias, sin olvidar que la mayor parte de las conclusiones son hipótesis no verificadas porque muchos acontecimientos aún no han sucedido1. La elevada proliferación de estudios nos lleva a plantear una visión inclusiva de las conexiones entre culturas diversas, y no discriminadora. Desde este punto de vista, los trabajos del filósofo calabrés afincado en Florencia Giacomo Marramao me han sido de ayuda porque plasman el espíritu intelectual de la década de 2020, un análisis comedido que prima el pragmatismo a la hora de estudiar el mestizaje global y el desafío de las infraestructuras urbanas2. Con todo, la atención a la especificidad cultural y a la herencia étnica en contraste con el cosmopolitismo y el universalismo, está presente ya en los estudios del geógrafo chino, afincado en los Estados Unidos, Yi-Fi Tuan sobre el hogar y el cosmos como categorías fundamentales en la trayectoria vital de los seres humanos cuando alteran su condición para alcanzar sus esperanzas3. De ahí el concepto paradójico de hogar cosmopolita que remite a una sola red global de cooperación y contienda.

Dos elementos claves y una pregunta fijarán mi intervención. De esos dos elementos, el primero es la valoración del mestizaje global en el pasado como un apasionado combate contra el triunfo de una civilización capaz de alcanzar el fin de la historia; mientras que el segundo es el análisis de la repercusión al adoptar el mestizaje global en la creación de las infraestructuras urbanas en el siglo XXI. Y la pregunta es la siguiente: ¿qué puede decir el historiador sobre estos temas que no se haya dicho ya en el campo específico de la filosofía, la sociología o el urbanismo? A lo que me permito contestar: en toda circunstancia, por más que se avance en el conocimiento de la realidad actual, siempre es necesario saber de qué modo en el pasado se resolvieron los problemas a abordarse en el futuro.

Vayamos por tanto a la trama del argumento.

1

Comenzaré con una observación sobre el mestizaje global al considerarlo norte y guía en el estudio comparativo de las culturas de la primera modernidad, una época comprendida entre 1200 y la disolución del imperio mongol a la muerte de Tamerlán en 1405, asentada en una «interlocking of histories» por usar la expresión de Joseph Fletcher, que convirtió Asia Central en el eje del mundo4; y también de la segunda modernidad, los siglos xvi-xviii, a través del efecto de la llegada de los europeos a América que hizo del Atlántico el eje del mundo5: un efecto marcado por el debate iniciado por Francisco de Vitoria y continuado por Juan Ginés de Sepúlveda, sobre el derecho de gentes, con eficaces medidas para erradicar los abusos sobre las poblaciones autóctonas que, si se dieron, no fue por negligencia de los gestores de la Corona, sino por lo que Santiago Muñoz Machado ha denominado con acierto «la dificultad para vigilar el cumplimiento de lo acordado»6.

Estos dos periodos constituyen mi referente comparativo, a pesar de que la herencia del pasado se vea ensombrecida en ocasiones por el sufrimiento de la población y por las actitudes condescendientes de las minorías dominantes hacia la miseria de la vida de quienes no son como ellas. Se necesita una actitud abierta, dialogante se dice hoy, para transformar la información de un viaje en una experiencia vital lejos de los tópicos como la que tuvo el túrquico Rabban Bar Sauma, a finales del siglo XIII, cuando llega a Paris desde China; o la que tuvieron, en el siglo xvi, Juan de Castellanos, que se sirvió de la poesía para hacerse con el mundo americano, o el Inca Garcilaso de la Vega, que se enfrentó a la misma necesidad desde el estudio de las Genealogías Reales de su familia7. Pues, aunque no existiese más que un testimonio, el argumento del mestizaje global continuaría siendo el tema a resolver en los encuentros globales entre culturas diversas. Porque al igual que lo supo Joaquín Acosta al describir el mundo de Nueva Granada, es decir Colombia8, lo sabe cualquier estudioso del mundo actual: el interés por la globalización exige de inmediato un interés análogo por el mestizaje.

En ese sentido, cabe señalar que el interés sobre la globalización en los años en que se gestó la crisis financiera de 2008 ha provocado tres grandes modificaciones en los estudios sobre el mestizaje global en Europa y, no sé hasta qué grado, en los países de Hispanoamérica. La primera se centra en fijar qué se entiende por pensamiento mestizo y qué tiene que ver eso con el realismo mágico surgido para explicar la soledad de América Latina, por decirlo al modo de Gabriel García Márquez9; la segunda afecta a la deconstrucción de los relatos que han invitado a provincializar Europa, es decir, a verla como un modelo entre otros, una provincia dentro de un mundo multiforme10; y la tercera afecta a la certeza de que los múltiples pasados no se circunscriben a la narrativa sobre Occidente y el resto que insiste en considerar la visión de los vencidos como la imagen del otro11.

Estas tres modificaciones en los estudios de historia global dejan entrever que las conexiones en el pasado (lo que me hace suponer que también en el presente y en el futuro) no han sido simples ni lineales, sino que han sido múltiples y circulares, como queda de manifiesto en el libro de síntesis de Peter Frankopan cuyo objetivo es «enseñar a mirar la historia de una manera diferente»12. Estas nuevas perspectivas me permiten plantear, aquí y ahora, la pregunta que considero crucial en el argumento de esta mesa redonda: ¿qué aporta la historia al conocimiento del mestizaje global en relación con las infraestructuras urbanas?

La respuesta exige primeramente tener una definición precisa del concepto mestizaje global13. Propongo la siguiente: mestizaje global es la situación histórica de unos grupos humanos que pertenecen a varios mundos a la vez en igualdad de condiciones.

En eso estriba la semejanza (semejanza inesperada que no hace más que incrementarse a medida que mejoran las investigaciones) entre el actual mestizaje global con el de los siglos XIII y xiv en Asia Central y el de los siglos XVI al xviii en América. Los numerosos testimonios de los momentos anteriores describen las conexiones no como un choque de civilizaciones (al modo de los apologetas de la supremacía de la raza blanca y de sus enemigos) sino como una narración de historias del mundo, diversas y complementarias, a las que se acceden por la difusión de noticias, testimonios, descripciones y mapas de los viajeros14. Por eso, al igual que en las etapas anteriores, el acceso al actual mestizaje global se realiza al ritmo de una negación, en este caso la negación de la condición posmoderna que, al cabo, se valora hoy más como una pose intelectual que como una disposición del espíritu crítico15. Primero, porque hoy sabemos que vivimos en una época de tránsito de la modernidad-nación a la modernidad-mundo, y por ello asistimos a un sugestivo debate sobre si la identidad tiene un estatuto ontológico o es un factor de la retórica política mediante un lenguaje antropológico; segundo, porque hoy sabemos que ese tránsito resulta en extremo difícil por la persistencia de guerras territoriales en Siria, en Ucrania y en otros lugares; y tercero, porque hoy sabemos que el mestizaje global trasciende el marco biológico para ser una actitud mental que afronta la adaptación a lo local en el plano de la lengua, la cultura, la tecnología y el saber empresarial.

En suma, el mestizaje global es un acontecimiento retocado a menudo por las informaciones procedentes de un conocimiento más preciso de lo sucedido en el pasado y de los desafíos del presente. Lo que en ambos casos ha salvado caer en el choque de civilizaciones con sangre en las fronteras del que se hace eco Samuel Huntington es el apego de los humanos de plantear vías de concordia para hacer del futuro un mundo más sostenible. O, mejor dicho, más armonioso.

2

Estas observaciones me conducen a la segunda propuesta de estas notas sobre la adopción del mestizaje global en las infraestructuras urbanas en el pasaje a 2050. Abierto al desafío del futuro, el trabajo en infraestructuras exige idéntica apertura hacia el conocimiento del pasado para alcanzar plena eficacia. No hay futuro mixtificando el pasado, dijo Margaret MacMillan como eje de un análisis de los juegos peligrosos a los que a menudo se somete a la historia16. Pues el pasado no es la tradición rígida de los manuales escolares, sino una realidad viva si se interpreta correctamente desde el presente por quienes tienen capacidad para hacerlo.

Famosamente, hace apenas unos años, Bruno Tertrais imaginó en La venganza de la historia que el futuro se verá alterado por el pasado 17. Una tesis que venía a corroborar que el mundo actual en su conjunto (y eso vale tanto para Estados Unidos, Europa o América Latina como para Rusia, China o África) ha entrado en una fase de «fluctuación», dejando de ser líquido como pensó Zygmund Bauman18, y desde esa fluctuación integra todas las conexiones a escala global para salir de la crisis provocada por el crack financiero de 2008 y la guerra en Ucrania de 2022.

Esas conexiones globales recuperan la naturaleza coloidal de la creación humana, como ocurrió en las décadas de 1220 y de 1520 para salir de la cultura de la individualidad, sostenida en el primer caso por el trovar clus del trovador Arnau Daniel y del Minessänger Heirinch von Morungen, y en el segundo caso por la invocación al soneto de Petrarca por parte de Garcilaso de la Vega, François Villon y Thomas Wyatt19. Esta naturaleza coloidal planteó en el pasado lo que la sociedad dejó para seguir adelante, y plantea en el presente lo que la sociedad necesita saber del mestizaje global para alcanzar el futuro prometido por la tecnología.

Para orientarnos en esa tarea propongo un análisis basado en la universalidad de lo posible, un campo del saber capaz de iluminar las estrategias empresariales, ya que reconoce explícitamente por primera vez de manera formal la legitimidad de la historia en el debate sobre el futuro. Estudiosos como Edgar Morin han advertido que para escapar de la catástrofe sanitaria de hace dos años es necesario aspirar a un mundo que se niegue a admitir el fin de la historia20. La creación de proyectos es un objetivo estratégico de las empresas, pero también una necesidad del ser humano.

Lo cual me conduce, naturalmente, a poner de relieve los tres aspectos claves para la adopción del mestizaje global en el desarrollo de las infraestructuras urbanas en el pasaje a 2050:

  1. Una atención a la idiosincrasia del lugar a la hora de realizar las infraestructuras urbanas con la que se pueda responder adecuadamente a la pregunta de García Márquez respecto a la soledad de Latinoamérica: «¿Por qué la originalidad que se nos admite sin reservas en la literatura se nos niega con toda clase de suspicacias en nuestras tentativas tan difíciles de cambio social?».
  2. Un respeto a la tradición cultural y a las formas de vida que invitan a debatir algunas iniciativas de carácter ilusionista, es decir más ideológicas que técnicas. Por citar un caso relevante en estos años, la ciudad del urbanismo táctico que entre otros objetivos postula el espacio de los 15 minutos. Hay que evitar que con estas medidas se legitime el trazo disyuntivo entre el cosmopolitismo de los ricos, vistos como la gente de la jet set, y el localismo de los pobres, encerrados en barrios cada vez más marginales.
  3. Un dictamen del efecto de las infraestructuras en la conciencia moral de los usuarios, el efecto de lo que los sociólogos denominan lo glocal, es decir, allí donde fluye el conflicto más agudo en estos momentos: la levedad del riesgo frente al peso de la circunspección.

Estos tres aspectos, ciertamente, hacen frente a las coartadas de que todos los trabajos en las infraestructuras urbanas son un signo de progreso como se creía hace cuarenta años. Hoy, como otras entelequias del desarrollismo, se han debilitado en el uso intelectual, aunque de momento menos en el político y económico. Por tanto, vale la pena plantear una vez más de qué modo el mestizaje global incide en los trabajos de infraestructuras urbanas, no solo como higiene política, sino también, por qué no, como una llamada de atención al delicado equilibrio entre cosmos y hogar. Por eso lo evoco aquí como punto de partida de una previsión de lo que puede llegar a ocurrir en el pasaje a 2050. En este punto, hay que insistir que el legado del pasado es parte del futuro que debemos afrontar.

A este respecto hay que tener presente que hoy las relaciones entre el mestizaje global y las infraestructuras urbanas se encuentran invertidas a como lo estuvieron en las épocas anteriores. Entonces, en el siglo XIII en Asia Central o en el siglo XVI en América, se partió de la mutación de las redes mundiales en un proceso doloroso y a veces brutal que afectó a la evolución de las sociedades que entraron en contacto y al final tuvieron que afrontar el desafío de un mestizaje global21; ahora se parte de la evolución de las sociedades que están situadas en el umbral del mestizaje global para afrontar los desafíos de unas infraestructuras urbanas a escala mundial, en donde Astaná, Bakú, Kuala Lumpur o Dubai compiten con Nueva York, Londres o Berlín. Era cosmopolita, en suma, que parece darle la espalda a la nación, aunque sin que estemos seguros del todo.

La cuestión reside en saber si el actual mestizaje global anuncia una homogeneización que fomenta un urbanismo único o si, por el contrario, la complejidad del mundo actual reclama infraestructuras urbanas de carácter local que consideren la especificidad cultural y étnica. Al respecto detecto dos actitudes encaradas y una cuestión urgente a resolver. Por un lado, una actitud de apoyo al modelo político que percibe el pasaje a 2050 como un futuro prometedor, en la línea de quienes piensan que el mestizaje del siglo XIII o del siglo XVI fue más positivo que negativo; por otro una actitud de rechazo ante la perspectiva de una distopía urbanística donde las clases menos favorecidas quedarán atrapadas en guetos creados por la tecnología, en la línea de quienes creen que el mestizaje global en el pasado no fue más que la destrucción de las comunidades indígenas, incluso un genocidio.

Y sobre la cuestión urgente valga la siguiente pregunta: ¿cómo resolver este conflicto de ideas que, en síntesis, refleja la duda entre la esperanza de un mundo futuro capaz de vencer los miasmas del presente mediante una renovación de las infraestructuras urbanas y el miedo a un mundo atrapado en una disaster story habitual en el cine futurista, pero expresada como advertencia trágica?22 Respuesta de alcance: los logros materiales de una sociedad deben participarse. Tan básico es la distribución como la sostenibilidad. Una respuesta que genera una nueva pregunta: ¿qué se puede hacer con el sueño de Prometeo, esa convicción de que la tecnología nos dará la verdadera libertad? Y la respuesta se hace siempre en forma adversativa: no hay otra salida que seguir los pasos de Prometeo asumiendo el reto del mestizaje global o, en la otra dirección, no cabe mejor solución que replegarse a las exigencias prometeicas a fin de reconstituir y renovar la sociedad sobre las bases del mundo natural. Volvemos a estar en la encrucijada fatal advertida en 1899 por André Gide en su libro Prometeo mal encadenado, pues hoy, como ayer, de tanto dar vueltas a las cosas uno no sabe ya, en absoluto, qué es lo que está en juego23. La cárcel del conformismo es que con su actitud mantenemos lo que ya tenemos, y eso no es suficiente. La aventura del siglo XXI debe trabajar lo que el mito dice para convertirlo en la enseñanza del camino a seguir. Un gesto intelectual, sin duda, pero también un acto político al tomar conciencia de que los amagos de desestabilización procedentes de los márgenes externos e internos de la sociedad solo provocan nuevos modos de hacer la guerra: la interminable explosión de lo que Lawrence Freedman denomina la profusión de escenarios especulativos y advertencias desesperadas, surgidos de la fortuita evolución de los acontecimientos24.

El sueño de Prometeo debe tenerse en cuenta a la hora de insertar el mestizaje global en la realización de las infraestructuras urbanas en los próximos años como un desafío, no solo para paliar lo que el pesimismo impone a diario, sino también lo que el espíritu creador tiende a olvidar por desidia o cobardía. Un desafío en dos sentidos: primero, en el reconocimiento de la dificultad de crear un modelo de seguridad diferente al surgido en la Paz de Westfalia de 1648, con el Estado-nación como garante del trifolio básico de la edad moderna — pueblo, territorio y soberanía—; segundo, en el acuse de la dificultad de ofrecer respuestas a la salud letal del declinante crecimiento de la economía basado en la tensión entre producción y fiscalidad. Por eso reitero la necesidad de hallar una narración de lo global, crítica e imaginativa, que conceda a la historia el deber de mostrar la realidad de la que venimos y a la que vamos, no solo de describirla, sino de apoyarla en el único camino posible que nos enseña el pasado y nos describe el futuro próximo.

Esta exigencia da paso a tres principios programáticos con los que quiero terminar mi charla. Uno, en todo trabajo de infraestructuras urbanas debe tenerse presente el saber derivado de la ecología para que la obra responda sea sostenible y no un atentado a la naturaleza. Por ejemplo, es nocivo talar árboles para crear una red eléctrica, telefónica o de agua. Otro, el trabajo de infraestructuras urbanas debe atender la larga duración no solo a la hora de fijar el comienzo y el término de una obra, sino también su efecto en la memoria social. Hay que apostar por un urbanismo que se vea con orgullo dentro de quinientos años, al igual que el urbanismo de Brunelleschi, Alberti o Palladio se ve hoy como el elemento reactivo de la época calificada de Renacimiento. Y, en fin, corriendo el riesgo de emboscarse25, un tercer principio programático consiste en afrontar la incertidumbre actual como un desafío no como una amalgama de ideas pesimistas sobre el fin de una era, pues la programación de una infraestructura en un espacio urbano exige una imbricación de posturas conforme al tono multiforme de la sociedad actual.

En suma, la adopción del mestizaje global en la creación de las infraestructuras urbanas es la estación de partida en el pasaje a 2050, ya que resulta el modo más efectivo, el más visible, de romper el corazón de hielo creado como defensa de nuestros legítimos temores.

Notas

  • 1. Ruiz-Domènec, J. E. (2022), Breve historia del siglo XXI. Barcelona: LibrosdeVanguardia. Volver
  • 2. Marramao, G. (2008), La passione del presente. Turín: Bollati Boringhieri (traducción: Barcelona, Gedisa, 2011). Volver
  • 3. Yi-Fu, T. (1996), Cosmos and heart: a cosmopolite’s viewpoint. Minneapolis: University of Minnesota Pres (traducción: Barcelona, Melusina, 2005). Volver
  • 4. Fletcher, J (1986), «A Bibliography of the Publications of Joseph Fletcher», Harvard Journal of Asiatic Studies, 46, pp. 7-10. Véanse también: Adshead, S. A. M. (1993), Central Asia in World History. Londres: MacMillan; Sallmann, J. M. (2011), Le grand désenclavament du monde, 1200-1600. París: Payot; o Ruiz-Domènec, J. E. (1999), Observando la modernidad desde la Edad Media. Valencia. Volver
  • 5. Elliott, J. H. (2009), Spain, Europe and the Wider World, 1500-1800. New Haven: Yale University Press. Y su propia valoración en: Haciendo historia. Madrid: Taurus, 2012. Volver
  • 6. Muñoz Machado, S. (2019), Civilizar o exterminar a los bárbaros. Barcelona: Critica, p. 27. Volver
  • 7. Ospina, W. (199), Las auroras de sangre. Juan de Castellanos y el descubrimiento poético de América. Barcelona: Belacqua; y Airaldi, G. (2018), Inca Garcilaso con la espada y con la pluma. Barcelona: Pensódromo. Volver
  • 8. LaRosa, M. J. y Mejía, G. (2012), Colombia. A Concise Contemporary History. Nueva York: Rowan & Littelefield. Volver
  • 9. García Márquez, G. (1982), «La soledad de la América Latina», discurso de recepción del Premio Nobel en Estocolmo. Al respecto véase Gruzinski, S. (199), La pensée métisse. Paris: Fayard (traducción: Barcelona, Paidós, 2007). Volver
  • 10. Chakrabarty, D. (2000), Provincializing Europe. Post historical Thougth and Historical Difference. Princeton (traducción: (2004) Al margen de Europa. Pensamiento poscolonial y diferencia histórica. Barcelona: Tusquets). Al respecto, ver también: Taylor, C. (2005), Imaginarios sociales modernos. Barcelona: Paidós, p. 226. Volver
  • 11. Ferguson, N. (2011), Civilization. The West and the Rest. Nueva York: The Penguin Press; Wachtel, N. (1976), Los vencidos. Los indios del Perú frente a la conquista española. Madrid: Alianza; Woolf, D. (2011), A Global History. Cambridge: Cambridge University Press; Conrad, S. (2017), Historia global. Una nueva visión para el mundo actual. Barcelona: Crítica. A completar con Gruzinski, S. (2018), ¿Para qué sirve la historia? Madrid: Alianza Editorial. Volver
  • 12. Frankopan, P. (2016), El corazón del mundo. Una nueva historia universal. Barcelona: Crítica, p. 20. Volver
  • 13. Koselleck, R. (1979), Futuro pasado. Para una semántica de los tiempos históricos. Barcelona: Paidós. Volver
  • 14. Marcocci, G. (2016), Indios, cinesi, falsarii. Le storie del mondo nel Rinascimento. Bari: Laterza. (traducción: Madrid, Alianza, 2019). Sobre los mapas, Brotton, J. (2012), A History of the World in Twelve Maps. Londres: Penguin. Volver
  • 15. Una opinión contraria se halla en el libro del reputado sociólogo británico Martin Albrow, The Global Age: Estate and Society Beyond Modernity. Londres: Polity Press, 1996. Volver
  • 16. MacMillan, M. (2010). Dangerous Games. The Uses and Abuses of History. Nueva York. (traducción: Barcelona, Ariel, 2010). Volver
  • 17. Tertrais, B. (2017), La revanche de l’Histoire. París: Odile Jacob. (traducción: Barcelona, RBA, 2018). Volver
  • 18. Bauman, Z. (2003), Modernidad líquida. México: Fondo de Cultura Económica. Volver
  • 19. Becker, M. B. (1988), Civilty and Society in Western Europe, 1300-1600. Bloomington e Indianapolis: Indiana University Press, pp. 108 y siguientes. Volver
  • 20. Morin, E. (2020), Changeons de voie. Les Leçons du coronavirus. París: Denoël, p. 147. Volver
  • 21. McNeill, J. E. y McNeill, W. H. (2004), Las redes humanas. Una historia global del mundo. Barcelona: Crítica, pp. 173 y siguientes. Volver
  • 22. Walter, F. (2008), Catastrophes. Una histoire culturalle XVIe-XIXesiècle. París: Seuil, pp. 195 y siguientes. Volver
  • 23. Blumenberg, H. (2003), Trabajo sobre el mito. Barcelona: Paidós, p. 664. Volver
  • 24. Freedman, L. (2019), La guerra futura. Un estudio sobre el pasado y el presente. Barcelona: Crítica. Volver
  • 25. En la linea planteada por Fèlix Riera en El retorno al bosc. Pistes per comprendre la societat de la incerteza. Barcelona: Pòrtic, 2023. Volver